Y de repente…


Y de repente, las ganas. A los pies de las Marismas me dijo el que sabía, el que siempre sabe, el que no descansa, que a veces es así, que no tiene importancia alguna la indolencia porque la vacación en el diario, en lo que uno hace cada día por costumbre, es necesaria. Sencillamente no es el momento y otras ocupaciones, acaso más importantes, rellenan el hueco que dejan la pluma y el tintero en la mente. Es tiempo para recopilar o asumir, para empapar o embeber, para observar y absolver. Del mañana ya hablaremos…
En ello estoy perdido…

Vivo en lagunas que poblaron los deseos de transmitir, de contar algo que me despierte y active el sopor que vegeta en mí y reflejo nítidamente en los demás, los que sin interés me acompañan. Ha pasado más de un mes desde el último esfuerzo. Hoy sé que es diferente porque se ha vuelto a poner en marcha el mecanismo que pone mi cuerpo delante del blanco inmaculado y me impulsa a contar cosas, aunque en el después no tengan sentido o posibilidad alguna de rehabilitación. O sean mentira, que todo es posible a estas alturas de la comedia. Tal vez ni siquiera estoy allí, donde la mar acuna con fandangos y alegría el continente, y el todo fue soñado.

No ha cambiado nada. O cuando menos eso quiero creer. Los acontecimientos de los últimos meses permanecen inalterables. ¿Acaso son inalterados? Una llamada confirma lo que digo aunque no soy dueño de la certeza que tranquiliza el absoluto, que adormece la falta de sosiego. Y es que esta vez sí importan los detalles porque cualquier cambio, por pequeño que sea, afecta al estado de ánimo.

El Sur sigue siendo un bullicio continuado. ¿O es continuo? Se siente y se padece de puertas hacia fuera. Y se vive al día. El ruido no se cansa nunca de gritar y el sueño, el que proporciona descanso a los sentidos, es cada vez más difícil. El silencio descansa en el lugar del que partí pero el intenso ¿o es inmenso? calor me impide ratificarlo y permanezco anclado a ese paisaje de azul infinito y sal, de despintadas barcas y puestas de sol imposibles, de blanca luna llena y mareas.

Hay frentes que hay que acometer sin pausa en el mañana. Mas mañana es hoy y en unas horas partiré en busca de lo que no perdí, de lo que siempre está ahí, en las traseras de la tranquilidad. Sé que de donde vengo y a donde vuelvo no son el mismo lugar. No importa y me conformo.

En el entretanto entretengo los pensamientos en este rincón secreto de sosiego donde la cabeza se mece al compás de las olas mientras suena de fondo una salve rociera. En el horizonte vive la sierra madre y el frío, la huerta y el agua clara. En la recámara diviso Copenhague y al Príncipe Hamlet perdonando la vida a su tío Claudio. Ser o no ser…

 
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