Premoniciones...


"La burbuja.-

Reuniones sin sentido ni sensibilidades acompañan mi trabajo, mi quehacer diario. Ayer fueron “medios de publicidad”, presentados como novedosos y que están anticuados, diría muertos si no costaran tanto dinero, antes de nacer. Nadie, y me consta que los protagonistas están dando muchas vueltas – en los tiempos que llaman de crisis siempre pasa -, es capaz de adaptarse a la situación real y actual del mercado. No dejan de ser inestabilidades cíclicas tapadas una y otra vez, cada tantos o cuántos años, por los tiempos de bonanza y especulación. A este paso – todavía no he logrado averiguar si es bueno o malo - volveremos a ver esqueletos de hormigón de quince alturas esperando en la costa, como si fueran míticos cíclopes, a incautos compradores por el triste precio de una deuda o por el precio de una triste deuda.

Índices, “ipecés”, burbujas inmobiliarias,… ¿Qué será de verdad una burbuja inmobiliaria? ¿Quién lo sabe? ¿El Registrador o el Notario que ven bajar sus ingresos lo saben? ¿El Constructor que ya no es capaz de vender “sobre plano”? ¿El Gobierno de turno que modifica las reglas del juego si acaso le conviene? Mentiras en definitiva. Todo son mentiras. La única verdad es la que dictan los Bancos, los verdaderos dueños de nuestras voluntades, los amos y señores del dinero que no tenemos ni tendremos. Si bajaran - ¿quién lo tendría que hacer? Se oye, se comenta, se rumorea que ahora no es posible - tan sólo dos míseros puntos el manido tipo de interés… sólo dos puntos reactivarían todo de nuevo. Seguro. Y ya no haría falta esa publicidad. Y sobrarían los índices. Y los “ipecés”. La capacidad de endeudamiento de una persona ha sustituido en el mercado actual, sobre todo en el de la vivienda, en otros – por desgracia – también, a
la capacidad de ahorro. Se vive por encima de las posibilidades y es un tanto por ciento elevado de una nómina, o de dos si son pareja, la que permite abrir la puerta de la deseada caja fuerte. Pero si bajara el tipo de interés subiría el número de compradores dispuestos a endeudarse de nuevo, el número de personas dispuestas a hipotecar durante treinta años, más otros dos o tres de “carencia” que probablemente no vivirán, su vida.

Teoría económica para burbujas de andar por casa, sí, pero creo, presiento, intuyo, sospecho, vislumbro, barrunto… que cuasi ajustada a nuestra realidad."


Este escrito fue publicado en esta casa virtual en junio del año dos mil siete. Hace ya año y medio... Entonces ya se veía venir lo que vino después. Algunos no se lo creyeron. Ahora estamos donde estamos...

Jarramplas





En la alta Extremaúra
hay un diablo mu malo
que por los veinti de enero
s’arrima a robar ganaos.
¡No llores tanto, mi niñu!
¡No berrees más, condenao!
Que es un mozo el que va entro
del disfraz jechu de trapos.
¡Atiza un nabo, mozuelo!
¡Tira juerte en to lo alto!
Que ese no vuelve a quital
ni un cachu e pan de tres cuartos.




Saldremos…


¿Crisis? ¿What crisis? Vivimos un tiempo de inestabilidades económicas donde uno cada mañana se levanta con una sorpresa nueva y negativa. Los gurús de la economía y los de andar por casa, que también los hay, dicen que no saben cuando terminará todo, que nunca antes se habían dado los parámetros de ahora, que la Bolsa no se recuperará de esto, que el Presidente no toma medidas, que agrava la situación gastando más, que llegaremos a cuatro millones de desempleados, que la culpa es del "“chachachá”,… Y yo… yo creo que saldremos adelante a corto o medio plazo. En esta vida la solución a casi todos los problemas está en las pequeñas cosas y no en las grandes obras. En la economía intuyo que también.

Ayer estuve en una entidad bancaria, en una sucursal de la zona donde cuando puedo trabajo un poco. El bancario que me atendía respondió a mis preguntas sobre la solución a la situación actual con un ejemplo ilustrativo. Me dijo que uno de sus clientes con una hipoteca que le suponía mil euros mensuales había acudido esa misma mañana a verle. Estaba extrañado porque la revisión anual a la baja del tipo de interés de su préstamo había rebajado su cuota en trescientos euros. Cada mes ese individuo iba a contar con cincuenta mil de las antiguas pesetas para el ahorro familiar o, simple y llanamente, para llegar a fin de mes sin apreturas. Y es que aquel individuo había acudido al Banco con el único fin de confirmar si era cierto que cada mes le iban a sobrar 300 euros ¡para comprarse un coche! Sí, alegó que se había acostumbrado a pagar mil euros y que ya no le importaba seguir pagando esa cantidad todos los meses. Que tenía pensado cambiar de vehículo pero que la cuota hipotecaria no se lo permitía y que ahora… ahora podría hacerlo.

Por una parte, la actitud de ese caballero puede parecer descerebrada, poco responsable, falta de sentido común, pero por otra, piensen que esos trescientos euros van a mover la economía y ayudar a otro de los sectores que pasan por un mal momento. La bajada de los tipos de interés ayudará a incentivar industrias que necesitan urgentemente de esa reactivación por nuestra particular forma de entender la economía.

Y es que nos hemos acostumbrado a vivir con la soga al cuello y no nos importa vivir acongojados mientras no apriete demasiado. Durante diez o quince años nos hemos educado en la creencia de que el dinero, si está ahí, es para gastarlo. No sabemos para qué vale el ahorro. Por eso, hoy estoy convencido de que saldremos de esto que llaman crisis sin problemas. Con independencia de las medidas gubernamentales que se adopten, el ciudadano – que en este caso también puedo ser yo – hará lo que le salga de los mismísimos… créditos.

Israel


"Los setecientos…

Algunos volverán en féretros de madera de cedro, inertes cuerpos tallados en el sagrado sándalo del Líbano que el burocrático e interesado francés separó de la romana Siria. Los ungirán con su volátil aceite y los devolverán uniformados como héroes de una nación sin patria. Setecientos hijos de buenas madres parten a controlar lo que no tiene control con el permiso de los próceres, que no prohombres, de la marchita rosa, la desplumada gaviota y la malvada serpiente.
Y todo ello será contemplado por las fenicias Tiro y Sidón, atacadas sin piedad, una y mil veces, por las incursiones mesopotámicas y cartaginesas. Cae una, se yergue la otra, en sucesiva hegemonía bajo el yugo del joven rey Pigmalión. Nada cambia. La historia repite lo irrepetible.
¡Oh Israel! ¡Oh pueblo elegido por Yavhé para vagar y divagar por los siglos de los siglos! ¡Oh Salomón! ¿Dónde está tu justicia? David, tu hijo más joven, el elegido, yace ahora estrellado después de derrumbar con ira su propio templo.
La vieja Beritus, tantas veces destruida en su envidiosa carrera por igualar a la milenaria Jerusalén, esconde en sus entrañas cientos de inocentes cuerpos aplastados por la implacable sed de los vampiros del sur.
¿En nombre de quién se hace tanto daño? ¿Qué Dios es capaz de soportar tanta ingratitud? ¿Acaso Alá? ¿Tal vez Yavhé? ¿El Dios de los cristianos? ¿Ni uno sólo de los grises mandatarios puede entender que es el mismo? Mahoma y Jesús lloran desde el más allá las desgracias que infligieron a sus desagradecidos pueblos… Abraham repasa la Torah, sigue buscando un error, un solo error que le otorgue la luz suficiente, la luz que sacará a su pueblo del oscuro túnel del tiempo."


Este escrito fue publicado en esta casa virtual en agosto del 2006. Entonces, el Gobierno español enviaba 700 soldados a la guerra del Líbano. Hoy, en esa parte del mundo, todo sigue igual. Israel arrasa Gaza y Hamás contesta con misiles soviéticos. Entretanto, el mundo árabe no sabe qué hacer ¿Quién tiene razón? ¿Acaso es importante esa razón? ¿Cuál es esa razón?

Tito destruyó – arrasó - Jerusalén en el año 70 después de Cristo. El mandatario romano se dio cuenta de que en esa ciudad maldita confluían todas las religiones del mundo conocido, sin posibilidad alguna de entendimiento y a pesar de adorar todas al mismo Dios. Si desaparece Jerusalén, desaparece el problema. Eso debió pensar. Y a lo peor no le faltaba razón. Sobre el antiguo templo judío de Salomón y de David, lugar elegido por Jesús para predicar la venida de su Padre, se levantan dos mezquitas árabes. Desde ese solar y siguiendo a Ibrahim (Abraham), Isa (Jesús) y Musa (Moisés), Mahoma realizó unos siglos después su ascensión nocturna al cielo en un caballo blanco alado. Desde entonces todos luchan por el mismo terreno, todos creen ser poseedores de la verdad absoluta. Desde entonces el nombre de Dios es usado en vano. Y no tiene remedio. Creo.

Eso pasó…


Encerré durante unos días el gélido invierno en lo alto de la montaña más alta, esa que guarda en secreto los restos del penúltimo Nazarí, el viejo Mulei Hacén. Cerca del lugar donde el Sultán moro fue traicionado por su hijo, el cobarde Boabdil, existen extraños artefactos mecánicos para el disfrute de unos foráneos que arropan sus cuerpos con extrañas vestimentas de colores y se deslizan por la nieve como si el diablo los persiguiera.

Hoy, en la reflexión del después, recreo mis pensamientos en los míos, en los que allí estuvieron, en los que disfrutaron tanto… Hoy, en lo más profundo de esa misma reflexión, sé que alguien nos vio desde arriba y sonrió.

Abajo, bella y triste Granada, mira de reojo y espera tranquila una visita. Todo llegará…

 
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