Cerezas











Los cerezos ya han dado sus frutos, como todos los años. ¿No lo veis?




Hoy...

Hoy cumplo estos:





Sí, ya lo sé... pero uno ya ha llegado a una edad en la que coloca los números como quiere. ¡Faltaría más!


Además, a mí me enseñaron que el orden de factores no altera el producto.



Paren... que yo me bajo




Hoy me desayuné con un periódico repleto de noticias desagradables en una mano y rabia contenida en la otra. Algunos días esas noticias desagradables llegan a ser todavía peores, si eso es posible. Decía el rotativo que ayer, un grupo de soldados estadounidenses e iraquíes encontró a 24 niños en un orfanato público de Bagdad en condiciones paupérrimas: desnudos, mal alimentados, rodeados de excrementos, atados con cadenas… A mayor abundamiento, cuando llegaron, los soldados encontraron a dos guardias de seguridad preparándose la comida, una suculenta comida, hallando provisiones de sobra y ropas almacenadas, las ropas que no tenían en sus famélicos cuerpos aquellas criaturas, que luego revendían para obtener pingües beneficios.


Pasen y vean el vídeo, si son capaces:

http://www.20minutos.es/noticia/249929/0/orfanato/iraqui/bagdad/


Pensé que estas cosas sólo pasan en lo que llaman Tercer Mundo, en países subdesarrollados, en países en guerra, en países dictatorialmente africanos, en países revolucionarios caribeños… Y me equivoqué otra vez.


En el mismo periódico, paso unas páginas, y me encuentro con otra pesadilla, ésta de un país superdesarrollado y extremadamente civilizado: La madre del niño James Bulger, asesinado en Liverpool en el año 93 denunció a una empresa por comercializar en un videojuego la imagen, captada por cámaras de seguridad de un centro comercial, del momento del rapto de su pequeño, un pequeño cruel y salvajemente asesinado instantes después por otros dos niños un poco mayores y que ya están en libertad y provistos de otras identidades para que no sufran represalias. Es uno de los mayores absurdos del Estado de Derecho de todos los países civilizados: en su escrupulosidad por proteger a todos, a veces protege más al canalla y al culpable que al inocente.


Mientras, en un pequeño recuadro que casi escapa a mi lectura, señalan que la policía portuguesa no tiene todavía pista alguna sobre la pequeña y angelical Madeleine McCann, la niña británica raptada en el Algarve por algún hijo de Satanás. En otro recuadro más pequeño, al lado de la publicidad de un maravilloso e idílico complejo hotelero, aparece una fotografía del pequeño Yeremi Vargas con un desesperanzador “se busca” debajo.


Me cuenta el Señor “Gugel” que hay una página web para buscar a los niños desaparecidos en España en los últimos años: http://es.missingkids.com/. Sólo un pequeño vistazo y las entrañas te dicen que hay cientos de familias destrozadas por toda la geografía nacional de la octava potencia del mundo.


Y mientras tanto… en Irán… hoy se dilapidarán y lapidarán dos vidas: un hombre y una mujer morirán a pedradas por ser adúlteros, como las bebidas alcohólicas que se sirven en muchos bares de madrugada.




Se cuenta de ti...



Se cuenta de ti

que puedes hacer un vivo de mí.
Yo pienso de ti,
que acaso es mejor que sigas allá:
jugando a poderte soñar.

Quizás es mejor
que quedes así: lejana, irreal.
Me ha sido difícil
siempre continuar un sueño después
que lo he podido realizar…


Esto lo dice un tal Silvio Rodríguez. Y yo, que lo he leído, lo pongo aquí para que lo lean los demás, si es que hay alguien. No la he escuchado, al ser una canción lo suyo es escucharla, porque es de las llamadas inéditas, que quiere decir que no se pueden escuchar de momento por el público como yo, por lo menos hasta que sea editada.


También dice que “los sueños se paran al borde de él y no siguen adentro temiendo se puedan lograr”. Y me ha llamado la atención la frase, aunque no sé si eso es posible. No sé si es posible que un sueño se pare justo al borde de uno y no entre. Si así fuera ¿cómo sabría uno que lo que se ha parado justo en su borde es un sueño y no cualquier otra cosa?


Ya lo sé, otro día "rarito". ¡Qué se le va a hacer!



La burbuja




Reuniones sin sentido ni sensibilidades acompañan mi trabajo, mi quehacer diario. Ayer fueron “medios de publicidad”, presentados como novedosos y que están anticuados, diría muertos si no costaran tanto dinero, antes de nacer. Nadie, y me consta que los protagonistas están dando muchas vueltas – en los tiempos que llaman de crisis siempre pasa -, es capaz de adaptarse a la situación real y actual del mercado. No dejan de ser inestabilidades cíclicas tapadas una y otra vez, cada tantos o cuántos años, por los tiempos de bonanza y especulación. A este paso – todavía no he logrado averiguar si es bueno o malo - volveremos a ver esqueletos de hormigón de quince alturas esperando en la costa, como si fueran míticos cíclopes, a incautos compradores por el triste precio de una deuda o por el precio de una triste deuda.



Índices, “ipecés”, burbujas inmobiliarias,… ¿Qué será de verdad una burbuja inmobiliaria? ¿Quién lo sabe? ¿El Registrador o el Notario que ven bajar sus ingresos lo saben? ¿El Constructor que ya no es capaz de vender “sobre plano”? ¿El Gobierno de turno que modifica las reglas del juego si acaso le conviene? Mentiras en definitiva. Todo son mentiras. La única verdad es la que dictan los Bancos, los verdaderos dueños de nuestras voluntades, los amos y señores del dinero que no tenemos ni tendremos. Si bajaran - ¿quién lo tendría que hacer? Se oye, se comenta, se rumorea que ahora no es posible - tan sólo dos míseros puntos el manido tipo de interés… sólo dos puntos reactivarían todo de nuevo. Seguro. Y ya no haría falta esa publicidad. Y sobrarían los índices. Y los “ipecés”. La capacidad de endeudamiento de una persona ha sustituido en el mercado actual, sobre todo en el de la vivienda, en otros – por desgracia – también, a la capacidad de ahorro. Se vive por encima de las posibilidades y es un tanto por ciento elevado de una nómina, o de dos si son pareja, la que permite abrir la puerta de la deseada caja fuerte. Pero si bajara el tipo de interés subiría el número de compradores dispuestos a endeudarse de nuevo, el número de personas dispuestas a hipotecar durante treinta años, más otros dos o tres de “carencia” que probablemente no vivirán, su vida.



Teoría económica para burbujas de andar por casa, sí, pero creo, presiento, intuyo, sospecho, vislumbro, barrunto… que cuasi ajustada a nuestra realidad.



Recuerdos...





Soy un hombre sin recuerdos, sin lugares donde apoyarme en los momentos de ausencia, en esos momentos de vacío que dominan a veces mi mente. No tengo cuevas en la memoria, ni un solo lugar que recorrer para esconderme o averiguar de dónde vengo. Creo que sí, soy un hombre sin recuerdos...

Mi alarmante falta de inteligencia hace que sea necesaria tu presencia constante, saber que estas ahí, detrás del aire…

Y es que me hace falta tu sombra … que estés siempre ahí… sin tener que depender de recuerdos.


Entre el lugar donde estás tú y el que ocupo yo sólo queda el aire.
Entre tu sonrisa y mi sorpresa sigue habiendo aire.
Entre tu cuerpo y el mío… ya no entra el aire.



Sí, ya lo sé, esto no es normal pero a veces se enciende una luz en mi cabeza y sólo me salen estas cosas. Y lo peor es que no le puedo echar la culpa al otoño, que es el que antes tenía la culpa de todo. Ni a la vergüenza, que tampoco tengo...


¡¿Qué estás diciendo?!





¡Quién, si yo fuera río, contendría las aguas que arrastro…?

¡Quién, en el mar que me atormenta, sabe nadar como un pez…?

¡Quién sabe sacar a todo lo que digo la verdad, si es que existe…?

Y cuando yo no esté… ¡quién limpiará la fuente?




El "Chinda"




Le quieren poner letra. Han pasado doscientos cincuenta años desde que Carlos III lo declarara “Marcha de Honor” y el pueblo decidiera, sin ninguna orden escrita, que ese iba a ser nuestro himno. Ha habido varios intentos tanto para cambiarlo (en la Segunda República - y en la final de la Copa Davis contra Australia- el Himno de Riego fue el oficial) como para ponerle, en otra época de cuyo nombre no quiero acordarme, una letra oficial (…Arriba España, alzad los brazos hijos del pueblo español…). También se intentó con una no oficial (Franco, Franco, que tiene el culo blanco porque su mujer lo lava con Ariel…), pero eso ahora no viene a cuento. Ni siquiera el General Prim consiguió sustituirlo porque el jurado del concurso convocado al efecto – debió ser algo parecido a lo de O.T. pero en 1870 - lo declaró desierto por la superior calidad del ya vigente. Pero esta vez lo demandan, sobre todo, los deportistas, que no saben qué hacer mientras suena la música: unos se ponen la mano en el pecho, otros miran para arriba, otros se doblan las medias, otros…


El Himno de un país, creo yo, debe ser un canto popular, un sentimiento nacional, una composición que represente nuestra identidad… Pues bien, si eso es así, nosotros ya tenemos letra. Y no hace falta ninguna otra.


24 de marzo. Ochenta mil personas. Estadio Santiago Bernabeu abarrotado. España contra Dinamarca. Los dos equipos formados en el terreno de juego. Los árbitros también. Suena el himno español. Ochenta mil voces al unísono: ¡¡¡ Chinda, chinda, tachinda, chinda chinda, chinda chinda chín… Tachinda, chinda, chiiiin…!!! La piel de gallina, los pelos como escarpias, la sangre… ¡Impresionante! Era un canto popular porque lo cantábamos al unísono los ochenta mil, que estoy seguro éramos el pueblo. Era un sentimiento nacional porque hay que reconocer que lo sentíamos todos y hasta en eso tenemos gracia y salero. Y representa perfectamente nuestra identidad: serios para lo uno – que en este momento no me acuerdo de lo que es -, y juerguistas para lo otro – aquí se pueden poner unos cuantos ejemplos -.

No me parece mal que le pongan ahora una letra, pero por lo menos debían dejar el “chinda, chinda” para el estribillo. Aunque sólo sea por la gracia que tiene ver cómo se agitan en armonía las banderas mientras el pueblo, que volvemos a ser nosotros en el caso que nos ocupa, canta y baila el himno. ¿Acaso algún país baila con su himno? Ya digo yo que no. Nosotros sí.




 
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