Dicen que tengo que adjetivarme. Voy buscando por la red, ¿hay otro lugar? No encuentro nada. Un racimo de páginas escolares explican detallada y sucintamente los conceptos básicos. Nada se parece a lo que anhelo. Y juro que he buscado por todos los rincones.
Alguien se los llevó todos. ¿Quién se guardó los calificativos? ¿Acaso ya no quedan determinativos? Los posesivos, por los tiempos de "libertad" que corren, de momento no me interesan. Quizás los indefinidos… La red, por su obligatoria ascendencia sajona, está llena de demostrativos. No me valen. No hay nada que demostrar, no se trata de eso.
De repente, sin casualidad, accedo a una página que siempre estuvo conmigo: http://www.jmjurado.org. Ahí estaban todos: publicitados para los expertos, escondidos para que cualquier profano los pudiera desvirgar, desdoblados para que se puedan leer, manufacturados con cariño y pasión, trabajados desde el más oscuro de los rincones…
El lector de almanaques se llama. Me detengo largo rato. La página, su propio nombre lo indica, tiene ALMA. Allí descubro, cuando lo entiendo, lo más profundo de las palabras, tienen vida casi todas. También es MANÁ, caído del cielo para que los recientes nos alimentemos. Cuenta con un recio ANAQUEL, donde se sostienen los libros de la sabiduría, la que por empezar tan tarde ya no podré alcanzar.
Ahí empezaré a adjetivarme, si soy capaz.
1 comentarios:
Muchas gracias, amigo.
EL LECTOR
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