Una oración por la sierra...



Ayer fuimos parte de un todo que llegaba hasta donde la imaginación y las encinas nos dejaban ver. Fuimos parte de un pedazo de historia que escribieron el río, los pinos, sus sombras y millones de estrellas en un cielo infinitamente limpio. Fuimos un trozo de la ilusión por levantar cosas, las que fueran, barrer espacios impensables y construir edificios singulares en una naturaleza sin igual. Fuimos nosotros siempre, en un tiempo sin horas, un reloj sin agujas plagado de recuerdos y cariños que nunca volverán… Fuimos adolescencia y juventud en estado puro, sin puertas, sin límites, sin freno alguno, sin parangón. Fuimos rebelde conciencia hermanada en un pequeño huerto del que bebían las fuentes de los sueños, las risas y la amistad. Fuimos hijos de un puente de piedra polifémico, un sólo ojo que nos unía y separaba a la vez de la despiadada civilización. Fuimos hijos de las gentes llanas de aquellas tierras, de sus vides y olivos, de sus casas y bodegas… Fuimos hijos de una tierra abonada por cientos de almas puras, pulidas y pulidas con el espíritu del atrevido huesudo que un buen día decidió que El Poverello estuvo allí, que siempre estuvo allí. Fuimos lo que quisimos, porque alguien se ocupó de que fuéramos nosotros mismos.


Y ahora somos fruto maduro de la libertad conseguida sin aspavientos en abrazadas inquietudes de juventud. Somos la suerte siempre buscada por otros que camina, acaso corre, sin tristezas. Somos nosotros, sin remedio. Ahora somos padres de una naturaleza que espera que la mimen como ella hizo con nuestras conciencias, de una naturaleza que tan sólo espera que volvamos para preguntarnos, con total tranquilidad, cómo estamos y qué fue de nosotros. Somos padres de unas ideas bañadas desnudas en el Árrago, extendidas en una vieja plaza de lo que un día quiso ser un campamento juvenil y guardadas con cariño hasta el año siguiente en un viejo refugio hecho con manos profanas… Y sólo vendimos y vendemos libertad, la máxima expresión que un ser humano pudo jamás alcanzar. Vendemos la semilla que prendió en nuestros corazones sin apenas darnos cuenta… un amanecer tan hermoso que nunca llegó a su final. Ahora es nuestro momento, no se nos puede olvidar, … ahora y en la hora de nuestra vida vivida.


Amén.





5 comentarios:

Anónimo dijo...

Gracias.

José María JURADO dijo...

Es Descargamaría, no la Sierra de la Mosca...

Anónimo dijo...

Oyeeeee, ¿cuánto tiempo nos vas a tener rezando? ¿Tan larga tiene que ser la penitencia? Joé, aquí pagamos justos por pecadores, cagontó.




E.D.

Anónimo dijo...

¿Te estás hechando un pique con El sorrou para ver quién tarda más en escribir el siguiente mensaje?

Ná, tú sigue con lo tuyo. Como si no hubiese dicho nada.




E.D.

Anónimo dijo...

Pos hala, ya puedes escribir, que ya le has ganado. Él se ha rendido y ha escrito uno nuevo hoy.





E.D.

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