Un libro de amores,
de flores
fragantes y bellas,
de historias de lirios que amasen estrellas;
un libro de rosas tempranas
y espumas
de mágicos lagos en tristes jardines,
y enfermos jazmines,
y brumas
lejanas
de montes azules...
Un libro de olvido divino
que dice fragancia del alma, fragancia
que puede curar la amargura que da la distancia,
que sólo es el alma la flor del camino.
Un libro que dice la blanca quimera
de la Primavera,
de gemas y rosas ceñida,
en una lejana, brumosa pradera
perdida...
Antonio Machado.
de flores
fragantes y bellas,
de historias de lirios que amasen estrellas;
un libro de rosas tempranas
y espumas
de mágicos lagos en tristes jardines,
y enfermos jazmines,
y brumas
lejanas
de montes azules...
Un libro de olvido divino
que dice fragancia del alma, fragancia
que puede curar la amargura que da la distancia,
que sólo es el alma la flor del camino.
Un libro que dice la blanca quimera
de la Primavera,
de gemas y rosas ceñida,
en una lejana, brumosa pradera
perdida...
Antonio Machado.
Busco con ansiedad el último libro, el que hable en voz baja con mi interior, el que diga y enseñe a la razón aquello - lo que sea, que da igual - que arranque del letargo, de sus nervudas raíces, al ruin humano que vegeta dentro de mí. Por eso creo que a veces no termino algunos, por culpa, por la gran culpa, por la grandísima culpa de ese perenne rastreo. Por eso creo que siempre estoy indagando, porque no acierto a descansar en algunas páginas o a reflejarme en esas historias. Por eso creo que siempre tengo diez o doce ejemplares, de los más diversos y dispersos temas, esperando en un selecto apartado de mi estantería particular, en esa que yacen las esperanzas y malviven los estados oníricos efímeros. Tal vez, que no lo sé, únicamente aguardan agazapados, acurrucados, escondidos o encogidos el momento adecuado en mi particular estado de ánimo para ser elegidos para una gloria que a buen seguro tendrán.
La culpa la tengo yo por ser un individuo que no tiene ideas y malvive como puede de unos sentimientos tan extraños que nunca llego a controlar. Compulsivos muchas veces, sí, pero sentimientos al fin y al cabo.
Sí, ya lo sé, se me ha vuelto a ir la cabeza... pero estamos en la etapa africana del verano, en la calle abrasan sus cuarenta grados y todavía no me he ido de vacaciones.
La culpa la tengo yo por ser un individuo que no tiene ideas y malvive como puede de unos sentimientos tan extraños que nunca llego a controlar. Compulsivos muchas veces, sí, pero sentimientos al fin y al cabo.
Sí, ya lo sé, se me ha vuelto a ir la cabeza... pero estamos en la etapa africana del verano, en la calle abrasan sus cuarenta grados y todavía no me he ido de vacaciones.