No escribo porque no siento. No hago porque no puedo. No niego porque me guste. Sencillamente enredo entre las cosas que veo. Y últimamente sólo veo cómo revolotean los despojos… Y es que he llegado a una edad donde asisto a más entierros que a bodas. Mientras, recojo trozos de sentimientos que encuentro en el camino, pero al final no los escribo. Y no escribo porque no siento…
Vengo poco, lo sé. Me entretengo con las rutinas de la vida común, en ese lugar en el que vegetan las cosas tristes entremezcladas con otras que a veces no lo son tanto. Leo en el periódico que ayer falleció el señor que traía a mi estantería los libros de Pessoa. Angel Campos se llamaba. Y me entristezco, sin saber del todo por qué. Estoy enfrascado en la novela de Stieg Larsson, un sueco que falleció un día antes de ver cómo se publicaba su ópera prima: “Los hombres que no amaban a las mujeres”. Y estoy perdido en ella. Y me gusta, porque no sé a dónde me lleva. A veces es mejor no saber a dónde uno va. Y comoquiera que me satisface lo que hace, hoy he comprado su segunda obra: La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina. Un título raro, sí. Lo sé. Me dicen, se cuenta, se rumorea que es mejor que la primera. Ya veremos.
La verdad es que no sé porque escribo todo esto… Bueno, sí… Es que hace muchos días que no tenía nada que decir y la casa virtual hay que alimentarla de vez en cuando para que tampoco se muera… de pena.
6 comentarios:
Se notaba tu ausencia. Un abrazo y levanta el ánimo.
No se si pensar que tu ánimo decae, como comenta Ricardo Colomer; en alguna que otra ocasión me he sentido así y con el tiempo he llegado a la conclusión de que no se trata tanto de mi ánimo como de la realidad que me circunda.
Hay veces que lo que habría que impulsar es el entorno; mi ánimo suele ser ya a estas alturas bastante estable. Lo que ocurre que si me "iluminase" lo que ocurre a mi alrededor sería un iluminado. Y no. Por ahí no paso. Al pan, pan ..
Bailo con la vida, como creo que haces tú, amigo mío. Unas veces lentamente, piel con piel, con todos los poros abiertos por el sentir; otras a lo vivo, contoneando el cuerpo, saltimbanqui alegre. Y, a veces, no queda más remedio que contemplar el espectáculo...
Y pensar.....
A los dos.- Lo que pasa es que uno siempre tiene algo que decir, aunque sea mentira. Y últimamente, ya sea el trabajo, la familia, los convecinos, los albañiles que viven en mi casa o cualquiera de las mil circunstancias que me rodean impiden que esté a solas delante de una pantalla en blanco o que encuentre un rato para un libro. Ni más, ni menos.
De acuerdo con tu planteamiento amigo Turu.
Un abrazo.
Ay, Angelito... Lo que te echo de menos desde hace tres días...
Me ha encantado.
alelo, me han recomendado tanto ese libro que ahora lees que "me lo he pedido para navidad". Ya he hecho el encargo y los tres primeros capítulos los he bajado de internet y estoy en ellos...Ayer me recomendaban el segundo, los mismos amigos que me habían hablado maravillas de "Los hombres.....".
No puedo hablar mucho de tu estado de ánimo, sólo añado que en determinados momentos sentimos que estamos quedando en primera fila y eso duele...
Todo se supera y la vida es más fuerte que la muerte.
Un beso
Pues sí, siempre hay algo que decir, aunque no se diga.
Yo, por ejemplo, me lo voy a callar, y no os voy a decir cómo termina ese libro de "Los hombres que no amaban a las mujeres". Silencio...
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