Israel


"Los setecientos…

Algunos volverán en féretros de madera de cedro, inertes cuerpos tallados en el sagrado sándalo del Líbano que el burocrático e interesado francés separó de la romana Siria. Los ungirán con su volátil aceite y los devolverán uniformados como héroes de una nación sin patria. Setecientos hijos de buenas madres parten a controlar lo que no tiene control con el permiso de los próceres, que no prohombres, de la marchita rosa, la desplumada gaviota y la malvada serpiente.
Y todo ello será contemplado por las fenicias Tiro y Sidón, atacadas sin piedad, una y mil veces, por las incursiones mesopotámicas y cartaginesas. Cae una, se yergue la otra, en sucesiva hegemonía bajo el yugo del joven rey Pigmalión. Nada cambia. La historia repite lo irrepetible.
¡Oh Israel! ¡Oh pueblo elegido por Yavhé para vagar y divagar por los siglos de los siglos! ¡Oh Salomón! ¿Dónde está tu justicia? David, tu hijo más joven, el elegido, yace ahora estrellado después de derrumbar con ira su propio templo.
La vieja Beritus, tantas veces destruida en su envidiosa carrera por igualar a la milenaria Jerusalén, esconde en sus entrañas cientos de inocentes cuerpos aplastados por la implacable sed de los vampiros del sur.
¿En nombre de quién se hace tanto daño? ¿Qué Dios es capaz de soportar tanta ingratitud? ¿Acaso Alá? ¿Tal vez Yavhé? ¿El Dios de los cristianos? ¿Ni uno sólo de los grises mandatarios puede entender que es el mismo? Mahoma y Jesús lloran desde el más allá las desgracias que infligieron a sus desagradecidos pueblos… Abraham repasa la Torah, sigue buscando un error, un solo error que le otorgue la luz suficiente, la luz que sacará a su pueblo del oscuro túnel del tiempo."


Este escrito fue publicado en esta casa virtual en agosto del 2006. Entonces, el Gobierno español enviaba 700 soldados a la guerra del Líbano. Hoy, en esa parte del mundo, todo sigue igual. Israel arrasa Gaza y Hamás contesta con misiles soviéticos. Entretanto, el mundo árabe no sabe qué hacer ¿Quién tiene razón? ¿Acaso es importante esa razón? ¿Cuál es esa razón?

Tito destruyó – arrasó - Jerusalén en el año 70 después de Cristo. El mandatario romano se dio cuenta de que en esa ciudad maldita confluían todas las religiones del mundo conocido, sin posibilidad alguna de entendimiento y a pesar de adorar todas al mismo Dios. Si desaparece Jerusalén, desaparece el problema. Eso debió pensar. Y a lo peor no le faltaba razón. Sobre el antiguo templo judío de Salomón y de David, lugar elegido por Jesús para predicar la venida de su Padre, se levantan dos mezquitas árabes. Desde ese solar y siguiendo a Ibrahim (Abraham), Isa (Jesús) y Musa (Moisés), Mahoma realizó unos siglos después su ascensión nocturna al cielo en un caballo blanco alado. Desde entonces todos luchan por el mismo terreno, todos creen ser poseedores de la verdad absoluta. Desde entonces el nombre de Dios es usado en vano. Y no tiene remedio. Creo.

8 comentarios:

Unknown dijo...

Prefiero pensar que si tiene remedio ¿cuándo y a qué precio? sólo Dios lo sabe.

Un abrazo

Camy dijo...

En el nombre de dios se han cometido todas las fechorías, las mayores matanzas y las más viles guerras y me temo que seguirá así...

Turulato dijo...

Esta mañana, aunque no por este asunto, proclamaba que no creo en palabra alguna; me parece incluso que también lo comenté aquí. Cosas del oficio.
Y es que cuando estás en el problema, no cuando lo contemplas por televisión o lees sobre él, percibes con nitidez que de nada sirven las palabras.
De entrada, en este tipo de situaciones, es extraordinariamente fácil entrar para aquellos que no están necesariamente implicados en su génesis. Y casi imposible salir ...
Hay que medir cada paso que se da; estudiarlo y meditar hasta la extenuación sus consecuencias. Y solo cuando te pringas entiendes por que, ya que desde la distancia se cae en la demagogia, debido a que no hueles la sangre ni te aplasta físicamente el dolor.
No hay inocentes. ¡Nadie!. ¡Ni uno!. Nadie tiene razón... Mi ayudante -musulmán- me rogó ir en una misión. A la vuelta le miré a los ojos y le pregunté...: ¿Tus hermanos?. "Allí, los míos y los otros, son unos asesinos".
Y es que nuestra modelada conciencia exige buenos y malos, culpables e inocentes,.. Y no. Mierda, dolor, odio y sangre. La vida es solo una herramienta; una especie de cosa para que muchos jueguen a la pelota..
Pensemos.. Son miles de personas; cada una con sus intereses y particularidades; grupos que babean ansiosamente por el poder; fanatismo a raudales; un estado minúsculo sin salida, pues tiene que imponerse a toda costa so pena de desaparecer, ...
Y todos y cada uno de esas realidades combinadas con otras muchas parecidas que las utilizan, apoyan, combaten, .. desde otros lugares y estados.
No juguemos. Que cada uno actúe como le parezca, pero no peroremos desde el sillón otorgando certificados de bondad, legitimidad o justicia. Asquea.

Por eso me uno a Alelo. Porque no dice estar en posesión de verdad alguna. Porque apunta a la causa. Y porque reconoce que le duele.

alelo dijo...

A Ricardo.- Tú mismo, pero la solución final no parece fácil.

A Camy.- Más que en el nombre de Dios, esas fechorías las hemos cometido los humanos en nuestro propio nombre. Dios es una excusa.

A Turu.- Estuve en Israel hace unos años. Y en Jerusalén vi árabes, judíos y cristianos y todas sus variantes. Cada uno en un barrio bien diferenciado y separado por una raya imaginaria. Más que las construcciones, sabías que habías cambiado de zona por la forma de vestir y de vender de sus habitantes ( y por los soldados israelíes que vigilaban con un bazoka a la espalda según que barrio pisaras). Vi judíos ortodoxos, conservadores, liberales... Vi cristianos de todos los tipos (católicos, koptos, armenios,…). Vi musulmanes de todos los ritos y orígenes geográficos del Islam. Además, y para mayor confusión, había también judíos conversos, árabes cristianos, etcétera. Lo curioso, lo más importante para mí, es que todos, absolutamente todos, adoraban al mismo Dios y sin embargo… se peleaban por él. Los mismos cristianos dentro de la basílica tienen sus zonas bien diferenciadas. Hay una parte de los koptos, otra de los franciscanos,... y cada uno accede al templo por una puerta diferente. Hasta hace poco, fuera del horario de visitas, ninguno se adentraba en el templo porque se jugaba la vida. ¿Entonces? Si entre ellos mismos están peleados ¿cómo puede arreglarse nada?

La solución es muy difícil y el posicionamiento personal puede ser un error si no eres parte del problema.

Anónimo dijo...

Amén de una interpretación muy libre y fabulada de las "proezas" de Tito, al final recurrimos a la simplista explicación de esta guerra por el hecho religioso o argüimos "la elección" de Jesús del Templo como, parece deducirse, podría haber elegido cualquier otro lugar. Curioso, sobre todo visto el listado de adhesiones hacia uno y otro lado fuera de aquellas fronteras, por estos pagos sin ir más lejos.
Si con tu comentario de "la basílica" te refieres al Santo Sepulcro, la fábula es mayor que la de Tito. De hecho la llave de la única puerta está en manos de familias musulmanas, fíjate tú qué cosas. Y coptos, que yo sepa, no hay.
Un poquito de rigor te pido, Alelo querido, que estas cosas las leen los padres, los padres como yo.
Ya tú sabes, el sacristán de guardia.

alelo dijo...

Por supuesto que la interpretación es muy libre y fabulada, entre otras cosas porque cualquiera, incluso tú, sacristán de guardia querido, sabe que en el año 70 d.c., cuando Tito destruyó Jerusalén, Mahoma no era ni siquiera un proyecto (nació 500 años después). Y sí, el hecho religioso es, aunque por supuesto no el único, fundamental para intentar comprender un poco el problema de las guerras en esas tierras. Tito, tras una revuelta judía, asedió Jerusalén durante cinco meses, destruyendo finalmente la ciudad. Ahí empieza la diáspora del pueblo judío por el Mediterráneo, hecho verdaderamente importante y que ha traído consecuencias hasta nuestros días. Y tampoco se trata de Jesús – yo no interpreto, lo haces tú - como problema y epicentro del cataclismo, sino de la confluencia de “nuestras” religiones en el mismo lugar. Jesús nació, vivió y predicó donde tuvo que nacer, vivir y predicar. Ni más, ni menos. En Sebastopol, por poner un ejemplo absurdo, no habría tenido nada que hacer. Digo yo.

En cuanto a la Basílica del Santo Sepulcro o de la Resurección, así se llama, el que suscribe no se refiere a la puerta de entrada, cuya llave fue entregada a los musulmanes para evitar, creo y precisamente, rivalidades entre las seis iglesias cristianas que detentan el poder en la Basílica (católica, griega-ortodoxa, armenia, siria, etíope y copta) sino a las distintas capillas e iglesias, entre las que están la de Santa Elena, el Coro de los Griegos, la de los franciscanos…, que conforman el “total” del templo. Desde ellas, todos accedían directamente a la nave central. Y durante mucho tiempo, nadie se aventuraba a pisarla en plena noche, por poner un ejemplo. En el 2002, sin ir más lejos, se liaron a palos los coptos y los etiopes porque a un monje copto le dio por ¡cambiar una silla de sitio! En el 2008 han sigo los greco-ortodoxos y los armenios los que han acabado en comisaría,… El “Status Quo” regula desde 1767 la propiedad y los lugares de poder de las seis iglesias, para que no se pequen, creo.

Y sí, los koptos o Coptos, también existen y están: http://www.soitu.es/soitu/2008/10/07/info/1223394337_386923.html.

Rigor dice…

Un abrazo “pa” ti también.

Anónimo dijo...

Muy bien, Alelo querido, tú, tu gúguel y la empanada final con clase de historia que incluye a los coptos, a Jesús en Sebastopol y a Mahoma en los tiempos de Tito. Ya me dijeron una vez que era excesivamente críptico. Va a ser verdad.

Muaca.

alelo dijo...

Cuando el río suena...

otro muaca pa ti.

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