Inconcreciones


“Saber que será mala la obra que no se hará nunca. Peor, sin embargo, será la que nunca se haga. La que se hace queda, por lo menos, hecha. Será pobre pero existe, como la planta mezquina en la maceta única de mi vecina tullida. Esta planta es su alegría, y a veces también la mía. Lo que escribo, y reconozco que es malo, puede también proporcionar unos momentos de distracción de algo peor a un u otro espíritu afligido o triste. Eso me basta, o no me basta, pero sirve de alguna manera, y así es toda la vida.” Pessoa. Desasosiego.

De aquí para allá, y vuelta a empezar. Arriba y abajo, a diestra y siniestra, todo sigue igual. Recorro el camino que marca cada mañana laborable la ventana que domina el mundo que me vive, un hueco por el que se cuelan entremezclados sentimientos y noticias, verdades y mentiras, tralará. ¿Buscando qué? Hay tanta gente que no veo a nadie, me creo y siento incapaz de reconocer a ni un sólo y solo ser humano entre el bullicio. Brujos que no son, desalmados que aparentan, genios sin lámpara maravillosa, inocentes, despistados, inocentes despistados, aspirantes, aspirados, aspirantes aspirados... Y en medio de todo ello los más puros, los poetas, los que se salvan, los poetas que se salvan… Entonces doy un vuelco hacia mí mismo, mas tampoco estoy: He salido a hacer un recado, como casi siempre. Nunca estoy cuando me necesito.

Los acontecimientos de los últimos meses me hacen buscar desesperado por y entre las dudas, pero soy tan tonto que sólo encuentro respuestas. ¿Para qué quiero yo respuestas? Cualquiera y en cualquier lugar tiene miles para darte, para regalarte, para equivocarte. Casi siempre para confundirte o para llevarte por donde no quieres ir. Y a mí, en este instante, me valen las soluciones. Y no están ahí, ni en los lugares en los que estoy buscando ni en internet, que es donde está todo. Tal vez no existan. Tal vez sí. O, como las esperanzas – hay cientos, lo sé -, que están escondidas detrás de las estrellas, descansando en su reverso y por eso son imposibles de observar, difíciles de capturar.

En la absurda reflexión, o no, que me trae hoy hasta aquí, descubro que hay palabras que no deberían existir, que nadie tenía que haber inventado. En ellas viven - perdón, quise decir malviven - las enfermedades, los problemas y la miseria. ¿Quién podría definir algo si la palabra que describe su esencia todavía no ha aparecido? Sí, ya lo sé, siempre hay alguien para ponerle el cascabel al gato, para explicar lo indefinido, para determinar lo indefinible, aunque sea mentira. Lo que quiero decir es que en el disparate que represento, o no, que todo es posible, siento que tal vez las cosas pueden ser diferentes en la cara oculta de la luna, pero no hay nadie que sea capaz de demostrármelo.

Perdonen ustedes por las divagaciones, por la vaguedad de las ideas, por la imprecisión de lo que digo, pero lo que parece un blog a veces se transforma en un estado de ánimo. Y hoy ese estado es inconcreto, incierto, y escribiendo me animo a creer que a través de él puedo ser libre, que al contar lo que cuento suelto lastre y puedo quitarle poder a la vida y así, como quien no quiere la cosa, arrebatarle algunas de esas oscuras estrategias que no llevan a ninguna parte. O por lo menos a una parte en la que se esté bien.

Lo mejor de todo, lo que más me gusta de este artefacto virtual, es que luego, cuando lean esto (si acaso hay alguien detrás de mi ventana) sacarán sus propias conclusiones y la mayoría serán como la mía: Absolutamente equivocadas. O no, que todo es posible.


Sigo queriendo ir a Lisboa, amigo Pablo; y alternar en sus tabernas; y pisar el empedrado de su historia; y cantar Vila morena, terra de fraternidade debajo del puente rojo; y traquetear en su amarillo; y llamarle de tú al Tejo; y beber su vinho verde; y oler la fritura de sus calles, y sentir que la Dama se sigue acordando de mí, de ti, de nosotros…

4 comentarios:

José María JURADO dijo...

Sigo sin haber ido nunca, ¡qué desasosiego!

alelo dijo...

Pues eso tiene solución, amigo Jur. Pronto, muy pronto, saldrá un autobús desde la tierra que te crió con dirección al Atlántico para comerse y beberse la ciudad de Pessoa. De momento somos sólo dos pasajeros y nos hace falta alguien que de fe en la poesía de lo que allí sucederá.

Conchi dijo...

Pues no sé si conseguite "soltar el lastre" dejandonos estas letras... yo creo q te será más fácil hacerlo en Lisboa ;) Pero, a mi, me hiciste disfrutar un rato con tus palabras. Gracias por no abandonar estos lares.
besos!

alelo dijo...

Muchas gracias Conchi por las tuyas y bienvenida a esta casa.

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