Despierto de aquel día de sol y veo tus pies sumergidos en el verano de la fresca y pura orilla del Sur. Hay una mirada perdida en el horizonte, tal vez intentado llegar hasta la ultima línea del último confín con el último pensamiento, acaso preparando un camino imposible o ajustando las cuentas que no le cuadran al alma. Intento seguir tu estela, acompasando ese pensamiento con vivencias que llegan hasta el fondo, mas no alcanzan el lugar donde cobijo la inteligencia y la razón. Sé que quisiste imaginar el paisaje sin haber estado allí, pero hay campos que no se pueden ver ni en sueños, amigo.
En determinados estados del ánimo, las palabras huyen del papel para alojar sus miedos en el conocimiento. Atropellan los sentimientos e impiden, de algún modo, coordinar el lenguaje, expresar lo que se quiere decir. En ese momento sólo apetece gritar, liberar miserias. Hoy los alaridos que arrancan y arrasan mi garganta son tan desgarrados que siento que el cielo se abre ante mí y las nubes se apartan para que pueda ver el camino por el que te fuiste. Hoy tengo una vieja pluma nueva que me ayudará en el después a reescribir lo vivido y lo amado, hermano.
Mañana seré yo el que invada ese lugar, el que cuando sienta el agua mojar mis pies, mirará hasta el final desde la base del continente, buscándote. Entonces me dirás, con la verdad que sólo tú me decías las cosas, que enarene el recuerdo intranquilo y amase con ternura lo de ayer. Y yo, obedeceré. Y tú, desde esa parte, desde el azul infinito, desde el lugar donde se pierde la última raya, me dirás otra vez que todo está bien. Y yo, por fin, reconfortaré mi espíritu sabiéndote a mi lado mientras buscamos juntos esperanzas y alegrías.
Buen viaje amigo, buen viaje hermano.
J.R.
3 comentarios:
Gracias...lo leo una y otra vez , me reconforta y porque en algún momento, el que tú sabes que yo espero, todo estará bien.
Un abrazo.
Ya, pero eso será mañana porque hoy todavía duele. Otro abrazo para ti.
Ánimo, de corazón.
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