El "Chinda"




Le quieren poner letra. Han pasado doscientos cincuenta años desde que Carlos III lo declarara “Marcha de Honor” y el pueblo decidiera, sin ninguna orden escrita, que ese iba a ser nuestro himno. Ha habido varios intentos tanto para cambiarlo (en la Segunda República - y en la final de la Copa Davis contra Australia- el Himno de Riego fue el oficial) como para ponerle, en otra época de cuyo nombre no quiero acordarme, una letra oficial (…Arriba España, alzad los brazos hijos del pueblo español…). También se intentó con una no oficial (Franco, Franco, que tiene el culo blanco porque su mujer lo lava con Ariel…), pero eso ahora no viene a cuento. Ni siquiera el General Prim consiguió sustituirlo porque el jurado del concurso convocado al efecto – debió ser algo parecido a lo de O.T. pero en 1870 - lo declaró desierto por la superior calidad del ya vigente. Pero esta vez lo demandan, sobre todo, los deportistas, que no saben qué hacer mientras suena la música: unos se ponen la mano en el pecho, otros miran para arriba, otros se doblan las medias, otros…


El Himno de un país, creo yo, debe ser un canto popular, un sentimiento nacional, una composición que represente nuestra identidad… Pues bien, si eso es así, nosotros ya tenemos letra. Y no hace falta ninguna otra.


24 de marzo. Ochenta mil personas. Estadio Santiago Bernabeu abarrotado. España contra Dinamarca. Los dos equipos formados en el terreno de juego. Los árbitros también. Suena el himno español. Ochenta mil voces al unísono: ¡¡¡ Chinda, chinda, tachinda, chinda chinda, chinda chinda chín… Tachinda, chinda, chiiiin…!!! La piel de gallina, los pelos como escarpias, la sangre… ¡Impresionante! Era un canto popular porque lo cantábamos al unísono los ochenta mil, que estoy seguro éramos el pueblo. Era un sentimiento nacional porque hay que reconocer que lo sentíamos todos y hasta en eso tenemos gracia y salero. Y representa perfectamente nuestra identidad: serios para lo uno – que en este momento no me acuerdo de lo que es -, y juerguistas para lo otro – aquí se pueden poner unos cuantos ejemplos -.

No me parece mal que le pongan ahora una letra, pero por lo menos debían dejar el “chinda, chinda” para el estribillo. Aunque sólo sea por la gracia que tiene ver cómo se agitan en armonía las banderas mientras el pueblo, que volvemos a ser nosotros en el caso que nos ocupa, canta y baila el himno. ¿Acaso algún país baila con su himno? Ya digo yo que no. Nosotros sí.




2 comentarios:

Anónimo dijo...

En este momento histórico que nos ha tocado vivir, me parece más apremiante definir lo que queremos ser que lo que queremos cantar, caro alelo. Sobre todo una vez puestos de acuerdo en el baile.

PIL dijo...

¿Te puedo contestar?

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