Portugal




Estuve en Portugal. Otra vez Portugal, sí. Parece que el destino, si es que existe, me lleva allí una y otra vez. Esta vez viajé con el fantasma de Carlos Cano y por la ruta de la triste y abandonada María, entre palmas y fandangos, desde Ayamonte hasta Faro, aunque no fue él quien me guió con su voz en el camino. Ella tampoco. Esta vez Topo y Zafra me sacudieron la cabeza con su música de duendes, una y otra vez. - ¡Qué buena es la quinta!, dicho sea de paso -. Llegué a pensar que iban camuflados entre mis churumbeles, a los que aleccionaban para que pusiera determinadas canciones del “cedé”.


Y miré Portugal y vi a mi padre. Es él quien conduce por la antigua nacional, más divertida que la paralela y flamante autovía. Y yo soy mis hijos, mirando los mismos paisajes que vi entonces, cuando tenía los ojos más grandes y siempre abiertos. Y mi padre soy yo contemplando asombrado la compra compulsiva de toallas que nunca secan, pero que ofrecen una visión excelente y a juego con el alicatado del baño. Y vuelvo a ser mi padre y bebo “uma caneca” bien fría mientras mis hijos, que siguen siendo yo, devoran el pan con “manteiga” y “queru” que precede a la siempre exagerada comida del país vecino.


Y soñé con esas playas donde el viento mueve a su antojo la cometa que intento gobernar, mientras mi padre, que soy yo de nuevo, observa tranquilo el indomable oleaje del Atlántico. Y mis hijos construyen un castillo con la misma arena con la que construí los míos cuando yo era como ellos, si eso pudo ser. La marea derribará, como entonces, sus construcciones y las mías también, dejando tan sólo un liso recuerdo en el mar…


Sigo, como antes de partir, con estas extrañas meditaciones abstractas, viendo sin ver los paisajes… que me llevan de nuevo a la infancia, mi infancia, y vuelve a ser mi padre quién conduce mi coche por esta misma carretera. Sin embargo algo parece haber cambiado pues no es la radio del Régimen – da igual qué Régimen porque en los dos países había de eso - la que me cuenta las cosas… repiquetean en mi cabeza macetas de colores con pompas de jabón y chocolate. ¿Se puede saber qué hacen Topo y Zafra en Praia Verde? ¿Qué hacen en mi sueño? No lo sé. Ya se me ha vuelto a ir la olla.


Recuerdo su voz… y un nudo marinero en el corazón…no deja que me duerma sin su calor… y beberé, beberé los vientos...




2 comentarios:

Anónimo dijo...

Un saludo de los q te han estado zumbando la cabeza en Praia Verde. Un placer formar parte de tu sueño y viaje con tu familia...

alelo dijo...

Otro de vuelta para los que me hicieron pasar momentos tan agradables con los míos.

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