Buscamos palabras en nuestro interior con armonía, mucho celo y cuidado extremo para componer en silencio limpios sentimientos. Sacamos de lo más profundo de nuestra inteligencia, si acaso la tenemos, aquello que habitualmente podemos - y a veces, raramente, queremos - por llenar de promesas de sueños esos malditos cuadernos del diablo. Arrancamos, si es menester, pequeños trozos de un sangrante y dolorido corazón para dar vida a un párrafo que se nos antoja eterno. Soplamos con todas nuestras fuerzas al mismísimo viento si queremos comprobar el vuelo rasante de esas nubes que amenazan grises nuestro entorno. Pero algunas veces - porque la justicia existe en nuestra memoria interna - vencemos y comprobamos que la gloria de esa batalla pasa a formar parte de nuestra orgullosa milicia de versos, de nuestras flamantes tropas de prosa o de nuestro valiente ejército de verdades.
Alegarán que es un subgénero perverso y vacuo, boicotearán nuestros quehaceres diarios con soflamas de purismo seráfico, hundirán si pueden nuestra elección más íntima y pajarearán sin ningún disimulo nuestras creaciones puras para rebatir hasta el último punto de lo escrito… más no podrán porque la voluntad de un ser no puede ser plegada por el que hace tiempo malvive encorvado y encorsetado en las normas que a ellos, sus propios creadores, hicieron esclavos.
3 comentarios:
Claro, claro, muy bonito; y ahora que escribimos los demás que quede medianamente legible
Visitaré este jardín. Me interesa mucho lo que dices y como lo dices.
Adelante
No leí este post antes de escribir el mío, de hecho casi siempre suelo dejar algun mensaje en los blogs que asiduamente visito, como hago ahora. Mi recuerdo probablemente vino de aquella vez que dejaste un mensaje, a modo de reprimenda en mi blog.
Pero ahora que si que lo he hecho, sencillamente felicitarte, porque más que escrito con los dedos parece salido del corazón.
Un saludo
Publicar un comentario