El olvido que seremos…


Ya somos el olvido que seremos.
El polvo elemental que nos ignora
y que fue el rojo Adán y que es ahora
todos los hombres y los que seremos.

Ya somos en la tumba las dos fechas
del principio y el término. La caja,
la obscena corrupción y la mortaja,
los triunfos de la muerte y las endechas.

No soy el insensato que se aferra
al mágico sonido de su nombre;
pienso con esperanza en aquel hombre
que no sabrá quien fui sobre la tierra.

Bajo el indiferente azul del cielo,
esta meditación es un consuelo.

Jorge Luis Borges


“Sobrevivimos por unos frágiles años, todavía, después de muertos, en la memoria de otros, pero también esa memoria personal, con cada instante que pasa, está siempre más cerca a desapacerecer. Los libros son un simulacro de recuerdo, una prótesis para recordar, un intento desesperado por hacer un poco más perdurable lo que es irremediablemente finito.”


No suelo recomendar libros. De vez en año inserto un post que habla de alguno que cayó en mis manos y descolocó mis sentimientos durante un breve espacio de tiempo, pero no me gusta decirle a la gente lo que tiene que leer o lo que no: Allá cada uno con sus “cadaunadas”. La reseña que aparece en el margen izquierdo de esta bitácora con el título “Estoy en” sólo muestra el ejemplar – cuando no se me olvida cambiarlo - que en ese momento estoy destrozando, sin más pretensión que la de ofrecer una información adicional por si a alguien, principalmente a seres humanos a los que les guste la lectura, le pudiera interesar o no sabe en ese momento qué comprar o regalar a un ser querido. Más de una vez el que suscribe, que soy yo, ha adquirido algún libro publicitado en alguna que otra página amiga. Incluso los he llegado a leer, pero eso no viene a cuento ahora.

Hoy sí, hoy voy a recomendarles uno. Hacía tiempo que no lo pasaba tan bien y tan mal delante de una novela. Hacía más tiempo todavía que mi corazón no me decía que siguiera leyendo y mi cabeza no me obligaba a subrayar frases de forma compulsiva para que luego no se me olvidaran. Es un libro autobiográfico en el que se sentirán representados aquellos que tuvieron la suerte de tener un padre de verdad, esos que disfrutaron de una existencia en familia, aquellos que vieron en su hogar una figura paterna que influyó, por su noble condición, con sus aciertos y con sus errores, en la forma de encarar la vida y en el carácter que se creó con el correr del tiempo dentro de uno mismo.

Si este verano tienen algún rato libre… no se lo pierdan. Lean despacio, recréense, disfruten…

“Todos los amigos que fueron al entierro de Héctor Abad Gómez tenían miedo. Algunos, para protegerse, se escondieron desvergonzadamente tras los árboles . Sólo dos de ellos se atrevieron a hablar: Carlos Gaviria recordó aquellas horrorosas palabras pronunciadas en Salamanca, en tiempos de la guerra civil española, por un franquista de infame recordación, Millán Astray: «¡Viva la muerte, abajo la inteligencia!»

El otro que habló fue el escritor Manuel Mejía Vallejo, paisano (ambos eran de Jericó) y uno de los amigos más cercanos a Abad, quien dijo valientemente este corto discurso:

Vivimos en un país que olvida sus mejores rostros, sus mejores impulsos, y la vida seguirá en su monotonía irremediable, de espaldas a los que nos dan la razón de ser y de seguir viviendo. Yo sé que lamentarán la ausencia tuya y un llanto de verdad humedecerá los ojos que te vieron y te conocieron. Después llegará ese tremendo borrón, porque somos tierra fácil para el olvido de lo que más queremos. La vida, aquí, están convirtiéndola en el peor espanto. Y llegará ese olvido y será como un monstruo que todo lo arrasa, y tampoco de tu nombre tendrán memoria. Yo sé que tu muerte será inútil, y que tu heroísmo se agregará a todas las ausencias.”

5 comentarios:

Camy dijo...

Hoy nos hemos puesto serios y con una entrada difícil de hacer un comentario medianamente aceptable.
1º.- Borges me gusta y mucho cuando escribe con esa sencillez y profundidad. No somo más que eso dos fechas. Precioso.
2º.- No me molesta que recomienden libros, después yo elijo. Lees a Benedetti, yo acabé un libro de él ayer y no lo guardo, lo tengo a mano y también subrayo más y más.

3º.- La recomendación que hoy haces la tendré en cuenta y entre los muchos libros que este verano pretendo volver a leer, si consigo "El olvido que seremos" tendrá una primera lectura.

4º.- La muerte varía según sean los agraciados: dulcemente en su casa,en patera, edad,exilios, guerras, pero en todos, en todos, el recuerdo perdurará el tiempo que dure el propio tiempo de quienes les han amado, conocido, admirado.

Últimamente me extiendo mucho cuando dejo aquí un comentario. Lo siento y procuraré enmendarme.

Leeré de nuevo con calma tu entrada y tus links.

un beso

Unknown dijo...

Pues yo creo que deberías recomendar más libros. En el cajón de mi mesilla guardo uno subrayado por todos lados, pues está lleno de verdades y consejos ¿recuerdas?

Un abrazo

alelo dijo...

A Camy.- Cuando compres el libro... compra también un paquete de pañuelos para por si acaso.

Y... extiéndete, expláyate, despliégate, propágate lo que gustes. Para eso están los comentarios... para comentar lo que cada cual tenga por conveniente.

A Ricardo.- Lo recuerdo nítidamente. Ya veo que sirvió para algo.

Unknown dijo...

hoola!
Hacía tiempo que no pasaba por este jardín, debo hacerlo más a menudo.
Vi que estabas leyendo ahora la Tregua, de Benedetti. Siempre que alguien comienza a leer un libro que yo ya hice tengo la necesidad, y el entusiasmo que me entra, de proclamar al mundo entero que ése hombre (tú) está haciendo lo correcto.
Benedetti, en ese librito, logra concentrar todo lo que un ser humano aflora a lo largo de su vida.

Yo estoy viviendo en una tregua, pero sé que terminará, porque hay muy pocas cosas que duran lo que nosotros desearíamos.

Por cierto, sigo con Pessoa. Quizás termine de leerlo al año que viene (estudiar Hispánicas es lo que tiene), pero sin duda te estaré agradecida siempre. El desasosiego no es un libro, es una forma de vida.

Buen verano, salao!

alelo dijo...

Rosita, sigue en la tregua, es un lugar seguro. Aguanta todo lo que puedas.

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