Buenos días, dígame… le atiende Elorín… ¿en qué podemos ayudarle?
La voz suave, aplatanada y dulce de quién está al otro lado del teléfono me hace dudar y en un principio no sé si he llamado al número de información de Timofón o a la playa donde se rueda el anuncio “me estás estresando” del ron Malibú.
- Pues mire señorita… quería saber por qué llevo toda la mañana sin conexión a internet. No sé si es un problema de mi ordenador o de la compañía suministradora…
- No se preocupe usted, “broder”… Estamos trabajando en ello para restablecer el servicio próximamente… es que se ha caído la red…
- ¿Cómo dice…? ¿Qué se ha caído qué?
- … La red, que se ha caído la red.
- Ya, lo entiendo - le dije sorprendido a la amable señorita para luego volver a preguntar - y ¿por qué no la recogen?
- No comprendo, caballero…
- Que digo yo que si la red se ha caído tendrán que bajar a recogerla ¿no?
- Sigo sin entenderle, “mihenmano”…
- Verá usted señorita… es la cuarta o quinta vez en los dos últimos meses que llamo a este número de teléfono de atención al consumidor, que en este caso soy yo, y siempre me dicen lo mismo, que se ha caído la red. Yo no sé a dónde se ha caído y tampoco entiendo ni por qué nadie va a recogerla ni por qué tardan tanto en hacerlo… Lo único que sé es que cada vez que a ustedes se les cae esa dichosa red no tengo conexión a internet y yo sin esa conexión ya no sé vivir. ¿No la pueden atar un poco más fuerte para que no se caiga?
La señorita cortó de repente la conversación transoceánica y yo… yo me quedé otra vez con cara de bobo y sin internet. ¿Alguien lo entiende?
Nota del autor.- Alguno, extrañado, se preguntará cómo conseguí hablar con un ser humano directamente, un ser humano de los de verdad, saltándome el protocolo de la maquinita, esa que empieza a decirte, después de escuchar durante cinco minutos el “Letitbí” de los “Bitels” interpretado por “Paul Mauriat”, sin miramiento alguno: si la llamada es para una avería… pulse 1, si la llamada es por un despiste de un primo… pulse 2, si la llamada es porque usted estaba aburrido y no sabía que hacer… pulse 3… Tengo un truco: Cuando la máquina habla y empieza con el jueguecito de los “pulse” uno debe permanecer en silencio, totalmente callado. La maquinita no está preparada para que el que está al otro lado de la línea no le hable. Entonces, enseguida, de repente, te ponen con lo que llaman “un operador”. Y ese operador, aunque esté en el Caribe, te habla, te escucha… aunque no te entienda. Pruébenlo.
La voz suave, aplatanada y dulce de quién está al otro lado del teléfono me hace dudar y en un principio no sé si he llamado al número de información de Timofón o a la playa donde se rueda el anuncio “me estás estresando” del ron Malibú.
- Pues mire señorita… quería saber por qué llevo toda la mañana sin conexión a internet. No sé si es un problema de mi ordenador o de la compañía suministradora…
- No se preocupe usted, “broder”… Estamos trabajando en ello para restablecer el servicio próximamente… es que se ha caído la red…
- ¿Cómo dice…? ¿Qué se ha caído qué?
- … La red, que se ha caído la red.
- Ya, lo entiendo - le dije sorprendido a la amable señorita para luego volver a preguntar - y ¿por qué no la recogen?
- No comprendo, caballero…
- Que digo yo que si la red se ha caído tendrán que bajar a recogerla ¿no?
- Sigo sin entenderle, “mihenmano”…
- Verá usted señorita… es la cuarta o quinta vez en los dos últimos meses que llamo a este número de teléfono de atención al consumidor, que en este caso soy yo, y siempre me dicen lo mismo, que se ha caído la red. Yo no sé a dónde se ha caído y tampoco entiendo ni por qué nadie va a recogerla ni por qué tardan tanto en hacerlo… Lo único que sé es que cada vez que a ustedes se les cae esa dichosa red no tengo conexión a internet y yo sin esa conexión ya no sé vivir. ¿No la pueden atar un poco más fuerte para que no se caiga?
La señorita cortó de repente la conversación transoceánica y yo… yo me quedé otra vez con cara de bobo y sin internet. ¿Alguien lo entiende?
Nota del autor.- Alguno, extrañado, se preguntará cómo conseguí hablar con un ser humano directamente, un ser humano de los de verdad, saltándome el protocolo de la maquinita, esa que empieza a decirte, después de escuchar durante cinco minutos el “Letitbí” de los “Bitels” interpretado por “Paul Mauriat”, sin miramiento alguno: si la llamada es para una avería… pulse 1, si la llamada es por un despiste de un primo… pulse 2, si la llamada es porque usted estaba aburrido y no sabía que hacer… pulse 3… Tengo un truco: Cuando la máquina habla y empieza con el jueguecito de los “pulse” uno debe permanecer en silencio, totalmente callado. La maquinita no está preparada para que el que está al otro lado de la línea no le hable. Entonces, enseguida, de repente, te ponen con lo que llaman “un operador”. Y ese operador, aunque esté en el Caribe, te habla, te escucha… aunque no te entienda. Pruébenlo.
4 comentarios:
Lo pruebo, lo pruebo,...anda que si lo pruebo.
jajaja..igual le rompiste el corazón a la maquinita consiguiendo saltartela
;))
jajajajajaaaaaaaaaaaaaaaaa
(confieso que me compré un libro con insultos en varios idiomas -los turcos valían un potosí- cuando traté de darme de baja de Wanadoo, hace años. Asunto que me tomó no menos de seis o siete meses...
A todos .- Supongo que eso será la globalización. Las empresas, para ahorrar costes, fijan sus bases en países donde la mano de obra resulta más barata. En el caso, por ejemplo, de la fabricación de vehículos uno lo puede llegar a entender. En el caso de las operadoras telefónicas resulta, cuando menos, llamativo. Descuelgas el teléfono esperando que alguien hable como tú y... efectivamente habla como tú pero con un acento caribeño bestial y unas expresiones coloquiales no habituales. ¡Rarísimo!
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