Volverán las oscuras golondrinas…

¡Contumaz!, esa es la palabra que describe perfectamente a ese animal alado. He buscado el significado en el diccionario, que para eso está, y me dice que contumaz es alguien obstinado, tenaz en mantener un error. Y las poéticas golondrinas lo son y ¡en qué medida!

Una pareja de golondrinas pretende hacer un nido para criar golondrinos – que no es lo que ustedes están pensando – en la puerta de mi garaje. Yo las disuado y ellas dicen que no. Yo rompo su nido en construcción y ellas, como si nada, vuelven a empezar.

Pensarán que uno no sabe que son especie protegida… Pensarán que uno desconoce que los nidos de esas aves no se pueden tocar so pena en forma de multa cuantiosa… Pensarán que uno no tiene sentimientos... Pensarán que uno desconoce también que no se las puede molestar bajo ningún concepto… ¡Nada de eso! Sólo intento disuadirlas para que hagan su hogar en otro lado y lleguen a tiempo para poner sus huevos y alimentar a sus crías con tranquilidad.

Y todo ello ocurre porque son absolutamente contumaces. La pareja de golondrinas en cuestión, que debe ser muy “nueva”, se empeña una y otra vez en hacer el nido en el vértice superior derecho del portón que da acceso a mi garaje, entre el travesaño fijo superior y la puerta abatible. Así, cada vez que abro la puerta – seis o siete veces por día – el nido se rompe en mil pedazos. Pero ellas, erre que erre, dando coces contra el aguijón, cogiendo en mal latín, diente con diente, haciendo de rey y de roque, vuelven sobre su construcción. Visto lo visto sólo tengo dos opciones: o dejo que críen allí y no utilizo el coche en dos o tres meses o antes de que terminen el nido las disuado para que lo hagan en otro sitio. Opté por la segunda, que era la más lógica – además podría irme de vacaciones con la familia -, y no dejan de sorprenderme porque cada vez que abro la puerta y se rompe el nido… ellas vuelven a empezar. Calculo que llevan iniciados cuarenta y siete, más o menos.

Un chaval que vive en mi casa no entiende el juego que nos traemos entre manos las volátiles y el que suscribe y me dice, me implora, me suplica, que las deje, que hagan su casa, que quiere ver los pollitos, que si no tenemos coche en el verano que no pasa nada porque vamos “adondesea” en avión, que son muy bonitas y azules. Y yo, comento con los labios entrecerrados: Sí, bonitas y azules, pero más tontas que Abundio.

Ya decía Gustavo Adolfo, que de estos pájaros entendía un rato, que volverían las oscuras golondrinas en mi balcón sus nidos a colgar, y que, otra vez, con el ala a sus cristales jugando llamarían, pero que aquéllas… aquéllas que aprendieron nuestros nombres… ésas… ¡no volverían! Pues bien que lo siento por Don Gustavo pero eso no es verdad porque esos artefactos azules con alas no han colgado su nido en balcón alguno – ni intención tienen -, ni juegan con el ala en los cristales – no les da tiempo con tanto ajetreo - y por más que les he dicho cómo me llamo - incluso se lo he gritado para asombro de algún que otro vecino que observa atónito a un individuo al que creían cuerdo hacer aspavientos y gritar su propio nombre al viento - vuelven. Siempre vuelven, aunque acaben sabiendo de memoria el patronímico, el mote y el marital del sujeto que gesticula de forma absurda y vocifera su nombre y apellidos a pleno sol cada jornada.



Ahí, donde está la mancha de barro, lo intentan hacer.

5 comentarios:

Silvia dijo...

Siento tu problema aviario, pero la verdad es que me he reído mucho imaginando la escena de un hombre respetable gritando al viento su nombre y las golondrinas, doñas erre que erre.
Un saludo

Unknown dijo...

Si es que son unas "morruas", pero me da a mí que han topado con piedra y van a tener que encontrar otra huevera.

Un abrazo doctor

Camy dijo...

¡qué alegría! mantengo la esperanza de que la golondrina que el pasado año, cabezona como tú dices, intentó una y otra vez hacer un nido en la terraza de mi casa de fin de semana,lo vuelva a intentar, porque si lleva razón D. Gustavo, esta golondrina mía no aprendió mi nombre.

Mi golondrina (que posesiva soy) empezó a hacer el nido durante la semana, en solitario, llegaba el viernes y se molestaba o asustaba con el movimiento, por más cuidado que se tuviese, en el segundo o tercer fin de semana lo abandonó y tengo un ¿moñigo? de barro en la esquinita esperando que algún día regrese...

un beso

Luc, Tupp and Cool dijo...

¡Qué bueno, Alelo!

Lo de esas golondrinas da un poquillo de pena. ¡Y luego dicen que la naturaleza es sabia!

Al precio de la gasolina, igual tiene razón el niño que vive en tu casa, con eso de no sacar el coche... :)

alelo dijo...

A todos.- Ayer no vinieron. Puede que no pudieran más y renunciaran o que decidieran por fin hacer su nido en otro lado. Ayer no vinieron... Y las eché de menos.

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