Alargas tu sombra cada día, buscando quizás una entrada a la inmensa guarida, esa que esconde los correteos de una fría serpiente de hierro. Una y otra vez sientes como rasga sin piedad tus entrañas y mueve a cada instante los cimientos que te atan a la tierra. Cientos y cientos de hormigas se te han adelantado. Vas. Vuelves. No hay remedio. No puedes enfrentarte - no lo intentes - a semejante ejército de soldados sin cabeza ni destino, a un vaivén acompasado de cuerpos que nunca llegan a donde van, que siempre vienen de no sé dónde.
Intento sorprenderte cada día, que descubras poco a poco que estas letras, inconexas muchas veces y pueriles en su origen, no son nada sin que tú, que no me miras, les concedas un sentido. Intento averiguar cada mañana si el sol que se escondió tras tu regazo, es el mismo que se esfuma en lontananza y dibuja como nadie los paisajes de mis sueños infantiles. Intento comprender cada momento los misterios que se esconden en la dama que sostiene tu figura. Intento ser yo sin que absorbas cada palabra que circunde mi cerebro y que el verbo que te embauque y que te hechice se conjugue en el nosotros. Intento…, nunca puedo, sobre todo porque vuelves a inundar mi inteligencia con promesas de otros tiempos.
Luego vendrá la noche. La serpiente en el reposo no podrá contemplar las alegres vestiduras. La luz que desprendes te hace sentir como una reina. Una refinada cortesana se transforma sin el sol en Señora del Sena y se regocija con un triunfo momentáneo que las gentes, ya dormidas, nunca podrán comprender. Yo lo descubrí. Por eso lo cuento…
Luego vendrá la noche. La serpiente en el reposo no podrá contemplar las alegres vestiduras. La luz que desprendes te hace sentir como una reina. Una refinada cortesana se transforma sin el sol en Señora del Sena y se regocija con un triunfo momentáneo que las gentes, ya dormidas, nunca podrán comprender. Yo lo descubrí. Por eso lo cuento…
7 comentarios:
... y eso que este es el monumento más feo de París, después del Sacre Coeur.
Te echamos mucho de menó.
Yo también os quise, querido Juardo, pero mis obligaciones estaban más allá de los Pirineos. Y tuve que ir a buscarlas.
Yo no me he enterao de nada.
A los viajes….-No te preocupes, a veces yo tampoco lo entiendo. Sale así, sin más. Literatura abstracta se llama. Es un paso más allá del expresionismo, creo, donde el artista plasma el deseo de dar al espectador una visión de los sentimientos. Por eso es abstracta, porque además de dar esa visión se confunden en uno realidad material y sentimientos. A lo mejor me lo he inventado todo, pero da igual. Hablo del metro de un París con miles de galerías subterráneas, de miles de personas recorriendo esas galerías y de la sombra - que captó mi cámara - de su símbolo más representativo, la Torre Eiffel. Eso es lo que vi. Enrevesado, seguro. Abstracto, pero lo vi. Lo juro.
No me hagas mucho caso...
Sí que era abstracto, sí.
Suscribo todolo que dices y añoro el último viaje, en marzo pasado,en el que feliz me convertí en hormiga...
Abstracto o no, me alegra saber de ti.
Un abrazo
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