J.T. y el segundo de Ónuba


Y el toro en el Sur.
Una media luna sobre su testuz.
El toro no sabe cómo obedecer.
Y uno, dos y tres…
…¡Toro! ¡Toro! ¡Eh!
Patas y pitones en busca del tres
Pero el tres espera y…
Uno, dos y tres.
Con tres capotazos le para los pies.
Punta de percal, mano burladora.
Sal torero, sal ahora.
Manuel Benítez Ortega.

Y cuando la luna nueva siguió la estela en el agua que dejó su hermano el sol, bajó confiado a la orilla con ese porte altanero del que disfruta al andar, del que se gusta en el paso, del que sabe caminar. Quiso ver, sin que le cuenten, cómo bailaban las olas sin mano diestra que guíe ni una izquierda natural, sin engaños ni trapíos, sin castigos ni puyazos, sin sangre en el arenal. Y las vio morir despacio, lamiendo sin aspavientos, vencidas por el cansancio el fino albero del mar. Luego fue por la ribera para ver si era verdad que el polvo de las salinas alegremente danzaba entre fango y matorral, entre cante y bulerías, entre fino y palmear. Y comprobó que era cierto, que los montones de sal capean a sobresaltos, en el blanco inmaculado, la marisma y el juncal.

Entonces llegó a la plaza que en un lleno a rebosar esperaba que aquel hombre enseñara al animal cómo se bailan las olas, cómo danza allí la sal, qué fandango es el que duele en lo hondo del cantar de esas gentes tan humildes que exprimen el litoral. ¡Hágase el silencio! ¡Calle la plebe que en el redondel el maestro se la juega! Y a la bestia en la cadencia, en el círculo al compás, va moldeando sin barro lo que el campo y la bravura nunca le supieron dar. Entre olés y algarabía fue liberando congojas, deshaciendo aquellos nudos, más marineros que nunca, que apretaban el tragar. Y es que el miedo, que no es libre y enclaustra esa profesión, acongoja muy despacio, se recrea en los pitones, en la armadura del bicho, en la piel del animal. Y tan lento como asusta hay que volverlo a soltar, debe salir de ese cuerpo para disfrutar andando, para gustarse en el paso, para saber caminar, para que lo vean todos los que lleguen hasta el mar.

Para los tres compañeros de viaje, viandas y tertulia. Ya no podré decir que nunca estuve en plaza ni entiendo. Bueno, entender sigo sin entender. Y creo que así seguiré.

5 comentarios:

Los viajes que no hice dijo...

¿Y por qué no lo has escrito en verso?

José María JURADO dijo...

Ahora lo completas con el abono de Sevilla en Abril y una tarde en Madrid en San Isidro y te cedemos las claves de la Gran Temporada.

Un abrazo confuciano.

LC dijo...

Con discípulos asi y materias como esta habría que pagar por enseñar, o por acompañar, que es lo que realmente sucedió. Gracias por el regalo de la entrada. has captado a la perfección la poesía. Ahora, a poco que te esfuerces, te aficionas, y vas a ver qué entretenido ir de feria en feria. Al menos una tarde en Madrid y otra en Sevilla. L.C

Luc, Tupp and Cool dijo...

Prosa poética. Hace dos años vi una corrida desde muy de cerca y creo que no volveré más. Entiendo la fuerza del encuentro del toro y el torero, y su belleza. Pero ese animal al que se va hiriendo poco a poco, que rezuma dolor y desconcierto en cada embestida...

alelo dijo...

A los viajes .- Porque no era ese el objetivo. Y porque no sé.
A Jurado .- Si me das las claves de la Gran Temporada te equivocarás. Seguro.
A Clemente .- Siempre que los toros sean como los de Huelva me apunto.
A Luc .- Probablemente mi posición con respecto a lo taurino no difiera un ápice de la tuya, pero lo de Huelva fue diferente.

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