La bandera pirata...

Hace tres o cuatro años, en el jardín delantero de una casa del barrio que me habita, dos niños construyeron un refugio pirata con tablones y un mucho de “bricomanía” paterna. Como todo el mundo sabe, un refugio no es pirata si no tiene una bandera negra con una calavera y dos tibias blancas en todo lo alto que amenace a todo aquel que intente acercarse. Y aquí es donde el padre de esas criaturas, con mano izquierda, contándoles una película, con ganas de aprovechar el género, convenció a los niños de que la bandera roja y amarilla que tenían en casa desde que se la regalaron en la Junta por el aniversario de la Constitución, era de unos piratas malos malísimos que surcaron los mares en navíos de madera durante cientos de años en busca de oro y sangre; de ahí sus colores. Y además, para afirmar lo que les decía, esos filibusteros eran “de los nuestros” porque habían nacido en una inmensa mayoría en la tierra en la que vivían esos niños. Entonces pinchó solemnemente un palo de hierro en el césped y en todo lo alto empezó a lucir, presumida y limpia, (aunque un poco arrugada, eso sí) la constitucional bandera de España.

Se podía ver perfectamente desde la calle. La cabaña de los niños no, pero la bandera sobresalía por encima de la valla y cualquiera que se acercara por la zona podía verla. Entonces, los vecinos, extrañados, confusos, alarmados, empezaron a preguntarse qué Ministerio se habría instalado en aquella casa de la noche a la mañana, qué Instituto Oficial iba a abrir allí si ninguno sabía nada, cómo era posible que pusieran una Embajada en el barrio sin avisar a nadie y mil historias parecidas. Incluso, algún malintencionado empezó a correr el rumor de que el padre era de muy de derechas (en estos casos no vale ser simplemente de derechas) y por eso había puesto allí semejante tontería, para “fastidiar” a los demás. A ninguno se le ocurrió (se nos) pensar en que dos chavales soñaban y jugaban absolutamente felices a ser bucaneros, salteadores o corsarios detrás de la tapia y aquella bandera representaba para ellos algo que los distinguía del resto del mundo: era su símbolo y su orgullo.

Créanme, la historia que hoy les cuento es absolutamente verídica. Un poco adornada, pero verídica. La he recordado porque ayer, paseando, vi aquel mástil que un día la sujetó en el aire desnudo y solo. La bandera había desaparecido. No, no se asusten, no han cerrado la presunta Embajada, ni el inexistente Consulado, ni nada por el estilo. Tampoco se han cambiado de casa o el crecimiento les ha obligado a abandonar la niñez. Si yo fuera uno de ellos estaría absolutamente enfadado con la vida y nunca jamás volvería a ser pirata (entiéndanlo, los niños somos así). Desde que se produjo la eclosión balompédica sudafricana y España ganó el Mundial hay banderas piratas en cientos de balcones del barrio. La otra noche vieron por la tele a miles y miles de personas invadiendo las calles y las plazas con banderas rojas y amarillas, tirando cohetes y haciendo mucho ruido, demasiado ruido. Incluso, en la ventana del vecino malintencionado que les quiso denunciar, hay una más grande que la que ellos tenían en el jardín. Y así no se puede, con el barrio lleno de piratas ¿contra quién vamos? Si todos son malos malísimos ¿para qué sirve el juego?

3 comentarios:

José María JURADO dijo...

Dulce et decorum est pro patria mori.

Turulato dijo...

Tu artículo es muy hermoso, pero permíteme hacer una puntualización, aunque nada tiene que ver con lo que cuentas.
Nuestra Norma Fundamental solo establece en el art. 4,1 los colores de la bandera. La calificación como constitucional carece de fundamento y en mi opinión reduce el símbolo, como si la bandera aprobada por S.M. Carlos III para la Armada fuese algo "menor", pues evidentemente tampoco era "constitucional".
Otra cosa es que si figura algo más sobre la banda gualda se ajuste a la reglamentación correspondiente. Pero no tiene que ser un escudo, como sucede en la bandera española de su Marina Deportiva, en la que solo aparece una corona real.
Esta salida mía tiene su origen en que estoy hasta las mismísimas tetas de las mezclas de churras con merinas. Como cuando hace poco, visitando la catedral de Santa María de Teruel oí quejarse a una pareja ante un yugo y unas flechas.. "¡Joder, fíjate lo que hicieron los franquistas!".

alelo dijo...

A Jur Querido Jur, nos vemos el 1 en el lugar que han prohibido los catalanes. Mucha salud y muchos cuernos.

A Turu .- Lo de "constitucional" era sólo para hacer "hincapié" y que el público en general se hiciera una idea gráfica del fondo del asunto. Un abrazo.

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