En estos días, todo el viento del mundo sopla en tu dirección,
la osa mayor corrige la punta de su cola
y te corona con la estrella que guía: la mía.
Los mares se han torcido con no poco dolor hacia tus costas,
la lluvia dibuja en tu cabeza la sed de millones de árboles,
las flores te maldicen muriendo, celosas.
En estos días no sale el sol, sino tu rostro.
Y en el silencio, sordo del tiempo, gritan tus ojos:
¡Ay!, de estos días terribles.
¡Ay!, de lo indescriptible.
En estos días no hay absolución posible para el hombre,
para el feroz, la fiera que ruge y canta ciega.
Ese animal remoto que devora y devora primaveras.
En estos días no sale el sol, sino tu rostro
y en el silencio, sordo del tiempo, gritan tus ojos
¡Ay!, de estos días terribles
¡Ay!, del nombre que lleven
¡Ay!, de cuantos se marchen
¡Ay!, de cuantos se queden
¡Ay!, de todas las cosas
Que hinchan este segundo
¡Ay!, de estos días terribles
Asesinos del mundo.
Silvio Rodríguez.
La lúgubre góndola
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(Liszt)
Junto al embarcadero, mecidas por las aguas,
parecen ataúdes, como si aún los cuerpos,
en pugna con la muerte, golpearan la tapa
y el chapote...
Hace 1 semana
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