El acto



Ayer hubo un acto en la ciudad donde respiro casi todos los días. Uno de los que merecen la pena. Cultural. Casi doscientas personas en la puesta de largo de una buena novela. Una hora de estimulación cerebral y espiritual de la mano presentadora y sabia de un maestro. Un corto espacio de tiempo para enseñar, desmigajar, seccionar, componer y recomponer el trabajo que realizó en secreto durante dos largos años el escritor. Una satisfacción.


Por esas casualidades de la vida, tuve la dicha y varias invitaciones - no sé en qué orden exactamente - para llevar a gente, incluso personas y algún que otro lector anónimo al lugar. Y las utilicé. Y las gasté entre amigos, que para eso están. Intenté no comprometer a aquel al que lo uno pudiera perjudicar y trastocar lo otro, que seguro era más importante. Y fueron todos. O casi todos, que no es lo mismo pero al final – tiempo al tiempo – acaba siendo igual.


Entre los elegidos había dos lectores privados – me consta - que ejercen de políticos en su vida pública, cada uno a su manera, uno cayendo a la diestra y otro a la siniestra. Dos almas opuestas que confluyen en la pasión por los libros. Al ser un acto cultural que en teoría, no en la práctica subvencionada, está muy por encima de sus quehaceres diarios y donde podrían sentarse entre el público como si fueran normales, pensé que no faltarían. Quizás el de la izquierda… No sé el de la derecha...


Y faltaron los dos. Y se perdieron una presentación magistral. Y se perdieron ser normales, como yo. Espero que, cuando menos, no se pierdan la novela. Espero que, cuanto más, se pierdan la política. Llegarían más lejos.

3 comentarios:

alelo dijo...

Es curioso contemplar desde la distancia cómo los dos que faltaron al acto cultural, al día siguiente se enfrentaban - periódicos y radios en medio de la guerra - por la conveniencia o no de otro acto que decía ser cultural.

Puede que no vinieran por estar entrenándose para la pelea. ¡Y yo que tenía, iluso de mí, la sana intención de presentar a ambos y que se conocieran como personas!

almena dijo...

Moraleja: la política está reñida con la autenticidad, con el ser uno mismo tal cual.

Un abrazo!

Anónimo dijo...

... Y se perdieron ser normales, como yo.

Cada vez me sorprendes más.
¿Seguro que eres tú?

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