Son palabras perdidas, encontradas en un cajón donde guardo las cosas que hay que tener en cuenta. Palabras oxidadas, olvidadas por tiempos mejores que recogieron trigos y cebadas en otros campos. Palabras viejas, si acaso puede haber palabras que envejezcan en el trastero de la memoria. Son palabras que encontré no sé dónde ni por qué – tampoco importa -. Palabras tristes que recupero de vez en cuando para recordar quién fui antes y quién soy ahora. Palabras que me dicen que siempre se puede salir de allí donde uno no quiere estar. Nada más.
La lúgubre góndola
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(Liszt)
Junto al embarcadero, mecidas por las aguas,
parecen ataúdes, como si aún los cuerpos,
en pugna con la muerte, golpearan la tapa
y el chapote...
Hace 1 semana
2 comentarios:
gracias, mil gracias por recomendarme a Pessoa
con él me siento un poquito menos "sola"
... pues amiga Rosa... si había alguien solo con su solitaria soledad... ese era Pessoa, creo.
Y agachado, nulo, humano a solas conmigo en la poca tiniebla que todavía me queda, lloro, sí, lloro de soledad y de vida, y mi pena fútil como un carro sin ruedas yace al borde de la realidad entre
los estiércoles del abandono. Eso decía, entre otras cosas. Millones de cosas.
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