Inmigrantes...



La inmigración es un problema mayúsculo para los países desarrollados, puede que sin marcha atrás por la dirección de sus maquiavélicas, acaparadoras, dirigidas, interesadas y mastodónticas economías con pies de barro. Pero ¿quién nos ha dicho a nosotros que el nuestro es un país desarrollado? ¿Qué nos hizo pensar que estamos dentro del selecto club de grandes naciones civilizadas? ¿Quién marca los parámetros del bienestar?


Durante muchos años nuestros predecesores, con una maleta de cartón o un hatillo por toda posesión, partieron a trabajar, a buscarse vida y fortuna en el extranjero, allende los mares, allende las montañas. Y el extranjero entonces eran Argentina, Paraguay, Chile o México. Y también Alemania, Francia o Suiza. No fueron entonces los países árabes, pero también pudieron ser.


Cada vez que veo a un inmigrante no puedo dejar de pensar en que ellos son nosotros hace unos cuantos años. Son el ayer a todo color de nuestros abuelos, padres o tíos reciclados en el tiempo. Las mismas maletas, las mismas inseguridades, los mismos caminos a la inversa… Y es que mientras el mundo siga dando vueltas - que las seguirá dando, estoy seguro - mañana nosotros podemos volver a ser ellos. Y viceversa.


Ya lo fuimos un día. ¿Qué será mañana…? ¿Alguien lo sabe?

2 comentarios:

Camy dijo...

Ignoro si mañana volveremos ser ellos, pero estoy segura de que lo fuimos y por eso no comprendo a quienes sin más se manifiestan en contra de todo el color que está viniendo y nos está ayudando. Se manifiestan en contra casi todas las clases sociales, las más elevadas y por desgracia los obreros o clases más trabajadoras, ellos deberían de ser los primeros en apoyar o al menos comprender a los que se juegan la vida porque no tienen vida en su país, porque quieren comida para su familia, igual que la gran emigración a Alemania, a Suiza, a Francia, de tantos españolitos en los años cincuenta,sesenta o más, cargados con maleta ( si la tenían) maleta de cartón y un cordón de seguridad, que ni siquiera cerradura llevaban.

un beso

Turulato dijo...

Los flujos humanos son constantes en la Historia. Pura compensación. Y cuanto más se oponen las sociedades receptoras, más muestran su decadencia.

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