Pintada, no vacía:
pintada está mi casa
del color de las grandes
pasiones y desgracias.
Regresará del llanto
adonde fue llevada
con su desierta mesa
con su ruidosa cama.
Florecerán los besos
sobre las almohadas.
Y en torno de los cuerpos
elevará la sábana
su intensa enredadera
nocturna, perfumada.
El odio se amortigua
detrás de la ventana.
Será la garra suave.
Dejadme la esperanza.
Canción última. Miguel Hernández.
pintada está mi casa
del color de las grandes
pasiones y desgracias.
Regresará del llanto
adonde fue llevada
con su desierta mesa
con su ruidosa cama.
Florecerán los besos
sobre las almohadas.
Y en torno de los cuerpos
elevará la sábana
su intensa enredadera
nocturna, perfumada.
El odio se amortigua
detrás de la ventana.
Será la garra suave.
Dejadme la esperanza.
Canción última. Miguel Hernández.
Vengo con lo puesto, que no es nada. No traigo siquiera un equipaje que pueda sobrecargar mis recuerdos. Salí desnudo esta mañana temprano por entre los campos del conocimiento, ya secos pues la estación que aparece lo solicita sin remedio... Vagué sin esperanza entre las callejas de mi memoria, si acaso existía y no fue otra de mis dispersas divagaciones… Me detuve a última hora del mediodía en esta mi casa, un lugar vacío de sentimientos, proclamas y soflamas desde hace tanto que ni sé si algún día estuvo su despensa repleta…
Pero no se asusten, que sólo traigo palabras… Es lo único que pude recoger. Las encontré en esos campos que retuercen mi entendimiento y en esas estrechas callejas que transitan por entre mis evocaciones. Y son de aliento y consuelo, de felicidad y alegría, de esperanza en mañana quizás… Las reparto, pues mi generosidad no conoce límite para lo que no hace falta o es innecesario. Digo que las reparto, que las envuelvo en papel de regalo para aquel que las quiera recoger. Las esparzo sin temor entre las gentes de bien que viven tras los hilos que sujetan mi ventana al resto del mundo y que nunca sé quiénes son, si existen o son otra invención más. ¿Quién no quiere un consuelo? ¿Alguien desprecia un apoyo? ¿Acaso se reniega de un razonamiento para rebatir?
Traigo de todo y para todos… ¿Qué otra cosa podía hacer si no poseo más que este don, sabiendo muy dentro que no es un tal porque siempre es traición? Sé que vuelvo a descolocar mi conciencia a borbotones, que no llego – nunca podré llegar - al lugar que quisiera, más me hacía falta decir que vivo y que estoy aquí.
Algunas veces se me va la cabeza. Otras veces... también.
9 comentarios:
Yo te cojo una, que me hace mucha falta.
Palabras, que serenan el alma, cuando son dichas por corazones tiernos.
No yo no tomo tus palabras. Las comparto contigo, en un abrazo
Gracias por la canción última de Miguel Hernández.
Gracias por repartir palabras. el mejor regalo. Palabras de amor, de tristeza, de esperanza, de vida.
Yo me llevo varias ¿vale?
Un fuerte abrazo Alelo
El don de la palabra. No muchos lo poseen. Pero su mágico poder permite allanar los caminos más pedregosos. Para bien y para mal. Algunos lo utilizan en su propio beneficio; pero otros, generosos, lo usan cada día para arrojar algo de luz sobre el camino y mostrarnos un mundo radiante en el que merece la pena vivir, amar e incluso sufrir.
Saludos cordiales
A unaexcusa: Llévate las que quieras, para eso están.
A Turu: Se me están acabando los "gracias", pero gracias otra vez.
A Camy: Es que las palabras son de las pocas cosas que todavía no cuestan dinero.
A Ricardo: Las que quieras. Otro abrazo para ti.
A Kalia: Ojalá ese mundo radiante en el que merece la pena vivir y amar exista. El mundo del sufrir sí es una realidad. Gracias por tus palabras.
Yo no las tomo, ni las cojo, quizás si las comparto, pero más las disfruto, y pido que cada vez que se te vaya la cabeza vuelvas a traernos tus palabras.
Pues yo, si me lo permites, me siento a escucharlas o a leerlas para poder disfrutar de su compañía.
A Juancar.- Prometo que... que se me seguirá yendo la cabeza de vez en cuando.
A Silvia.- Siéntate donde gustes.
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