Para mi querido Sur, si tiene a bien.

La historia. Domingo, 2 de abril de 2006.

Anoche quedaron el Norte y el Sur. Anoche brindaron el Norte y el Sur. Anoche se amaron el Norte y el Sur… y no estabas tú. No había desencuentros entre Norte y Sur. La línea borrada ya no separaba los dos hemisferios. El Sur en harapos, pantalón raído, camisa por fuera, no desentonaba con el viejo Norte vestido de tul, plancha y compostura.

El arte del Norte se fundió en abrazos con creación del Sur. El Sur del diseño casó en breve tiempo al viento del Norte y una flor añil, la flor más preciosa que atrevida siempre se empeñó en salir. Parieron un hijo en tan solo un rato. Nunca nadie vio parto semejante sin ningún dolor. ¡Era maravilla lo que contemplaba el testigo mudo en aquella ocasión! El Norte abrazaba con letras muy gordas, siempre colocadas y en su justo sitio, el dibujo grande que en multicolor embrujaba el Sur.

Anoche quedaron el Norte y el Sur. Y en tan solo un rato, a base de amor y otras composturas, pusieron remedio a los males del mundo y a sus propios males, uno en la poesía, otro en el trasluz.

Anoche brindaron el Norte y el Sur, por lo que vendrá, por lo que llegó. Como en esponsales yo solo di fe, de que lo que fue es lo que pasó: Anoche se amaron el Norte y el Sur, por primera vez, sin que nadie viera hasta dónde juntos se puede llegar.

… y el Norte, dichoso, vestido en harapos, disfrazaba al Sur con su compostura. Y el Sur se dejaba, sin revoluciones, llevar por las letras juntadas por días. Uno era el secreto, aquél el misterio. En la mezcla estaba el mejunje dulce que bebimos juntos…





El vigía.


POSDATA: Como no podía ser de otra manera y mientras duraba el encuentro, el viejo Norte dio buena cuenta de un suculento plato de jamón ibérico de bellota, torta del casar, pan de Aliseda y vino del país. Mientras tanto, el Sur hacía suyas unas cuantas copas llenas de hielo, larios y coca-cola.



---



Ahora. Septiembre de 2006.

… y hoy el Sur se ha ido… nadie sabe adónde. Si alguien se lo encuentra, espero me avise, que mis pretensiones no son elevadas: sólo quiero verle, saber como está, decirle que cuando callaron las armas y cesaron los desfiles victoriosos, se hizo un abrumador silencio. Un silencio que duele, más que la guerra.


Ya tú sabes.



Soledades


Siempre estoy preguntándome por qué tuvo que irse. Desconozco la causa por la que se alejó, qué fuerza poderosa lo atrajo hacia otra parte tan distante de mí.



Si él estuviera aquí, mis noches no serían tan largas y sus oscuras sombras tan densas y pesadas. No estaría tan sola si él estuviera aquí, la soledad se disiparía con el calor de su compañía. Si él estuviera aquí, el tiempo no pasaría como si cada segundo fuera una eternidad en la que ahogarse.




Con la tenue luz de la noche, que se filtra por el ventanal, adivinaría la forma de su cuerpo, relajado, entre las blancas sábanas. Mis dedos rozarían, curiosos, su tibia superficie y él, medio dormido, me abrazaría fuertemente para que no me ausentase de su lado. Acercaría mis labios a su quieto respirar, reposaría la cabeza sobre su pecho, siempre podría despertarle suavemente, simplemente para decirle “te quiero”.




Su sombra sería mi sombra, no habría otras sombras que se interpusieran entre las nuestras. Su vida sería mi vida, yo sólo estaría pendiente de él, viviría por él. Si él estuviera aquí, el paso del tiempo, mis arrugas, mis canas, estarían suavizadas con el bálsamo de sus besos, con sus mimos, con sus abrazos y yo no esperaría ávida de sus labios, de sus formas, de su compañía, de su calor.




Si él estuviera aquí, yo nunca estaría sola.



----


Lo encontré en un cajón. En casa de mi madre.




Mercedes

Llego al despacho temprano. Aprieto presuroso, incluso antes de encender la luz, el botón del ordenador que me conecta a la vida. Entro en Internet y doy el acostumbrado paseo virtual por la "bobosfera". ¡Qué descubrimiento! : Es como un patio de vecinas pero sin que se molesten porque vigilas lo que hacen. Veo un mensaje aquí, otro allá,… Compruebo que sigue viva, muy viva, llena de poetas, escritores en potencia, pequeños dictadores, futuros políticos, etcétera. Lo habitual.
-
De repente, algo reclama mi atención fuera del ciberespacio. Encima de mi mesa hay algo extraño: He recibido una carta, sí, un escrito de los que vienen generalmente cerrados para comunicar algo a una persona, una carta de las de antes, de las de correos, de las que dentro de poco se verán en los museos. La miro. La vuelvo a mirar. ¿Se habrán equivocado? Mi sonrisa va creciendo. No se han equivocado. Es para mí y me escribe Mercedes. No es una chica cualquiera. La Mercedes que me escribe es la de los coches, esos que llevan una estrella en el capó para que sea primero arrancada y, después, robada.
-
Compruebo la dirección. Es para mí, no hay duda: mi nombre, mi ciudad, mi código postal y mi calle. ¿Qué querrán? ¿Ya he alcanzado el lugar estable donde se compran esos coches? ¿Creerán que soy torero? ¿He entrado en la base de datos de los sujetos que pueden comprarse uno? Tengo que aclarar mis dudas. Cojo suavemente el sobre y con un abrecartas (la misma palabra indica para qué vale) rasgo cuidadosamente la parte superior del sobre. Desde el interior me observa un precioso folleto que dice: No busques más, lo tenemos todo. ¡Ya está! Ya me estoy viendo montado en un precioso CLK descapotable azul cielo…
-
Pero por momentos desaparece la sonrisa de mi cara y rompo de súbito en mil pedazos la misiva. ¡Será posible! Llevo trabajando desde que se reunificó el olimpismo en Seul. Estoy casado hace un montón de años y tres niños. Lucho cada día (esto me lo voy a inventar para dar más dramatismo a lo que escribo) para subir peldaño a peldaño en el inclinado e inestable escalafón que ha impuesto la sociedad de consumo (¿ha quedado bien?). Y mil cosas más. ¡Y todo ello para que MERCEDES me escriba y me ofrezca UNA "FRAGONETA"!
-
NOTA DEL AUTOR: La marca de automoción germana me envió un catálogo de la VITO y la SPRINTER, dos vehículos industriales, de esos que se ven a cientos y de color blanco en los mercados itinerantes de nuestros pueblos o de los que en color azul ceniza transportan a los viajeros desde los aeropuertos a los hoteles de cuatro estrellas o más. Eso sí, me ofrecían probarlas en cualquier concesionario del país. ¡TOTALMENTE GRATIS!

¡Ayer me encontré a un hombre!

Ayer me encontré a un hombre. Ya sé que la afirmación que hago puede parecer una perogrullada pero es que es muy difícil encontrar a un hombre de verdad, en toda la extensión de la palabra (por favor, eviten comentarios jocosos sobre el tema).
-
En el tiempo que nos ha tocado vivir es muy difícil conocer a una persona en todas sus capacidades y sentimientos. Presumimos de conocer a los demás "como nadie"; se nos llena la boca de "mi amigo" cuando apenas hemos compartido unas cervezas con el que tenemos enfrente: "Me lo vas a decir a mí, que lo conozco como si lo hubiera parido" es una de las habituales aseveraciones que atestiguan lo que digo.
-
Todos llevamos dentro un montón de sentimientos que no afloran nunca, bien porque no tenemos oportunidad de sacarlos, bien porque no queremos que salgan de allí donde están. En determinadas situaciones que plantea la vida, lo difícil es sacar el hombre (mujer) que llevamos dentro. Cuando surge un "gran problema", un escollo de verdad, lo fácil es esconder la cabeza como un avestruz, lo fácil es mirar para otro lado, lo fácil es fingir que no pasa nada.
-
Ayer encontré a alguien que agarró al "toro por los cuernos" y dijo "basta". Alguien que sacó el hombre que llevaba dentro y se plantó. Alguien que tenía escondidos dentro de su cuerpo un montón de sufrimientos que le hacían mella en silencio desde hacía muchos años. Alguien que simplemente hizo lo más difícil: salirse de la rutina para ser él mismo.
-
Aunque él todavía no lo sepa, su actuación, lo de ayer, le marcará para toda la vida. Para bien. Estoy seguro.
-
¡Ayer me encontré a un hombre de verdad!

El "copión"

Cuando era niño, porque una vez fui niño, de eso estoy casi seguro, copiaba. Lo confieso Señoría. Copiaba todo lo que podía y todo lo que mis nervios permitían. Principalmente copiaba a mis compañeros de clase lo que escribían en sus exámenes. Menos el "empollón", que siempre había uno, todos los demás copiábamos. A veces, por poner algo, copiábamos mal, pero copiábamos. Era algo consustancial al niño: si eres niño eres un copión (copiota, creo, le llaman ahora). Pero crecí. Ahora soy mayor y procuro, dentro de los límites que me marca el señor que vive dentro de mí, ser original. Procuro escribir lo que pienso después de pensar lo que escribo. Incluso al revés. Hice un blog para hablar conmigo mismo. Si a los demás, los pocos que lo leen, lo que escribo les vale, mejor. Pero nunca pensé en hacer un blog para inspirar a los idiotas. Eso lo tengo claro.

Todo esto viene a cuento porque estando de vacaciones en una soleada playa del Sur de España, compré un periódico de los que se editan en mi Comunidad Autónoma (todavía no somos Nación) –nos los llevan al lugar de vacaciones para recordarnos quiénes somos -. Ojeando y hojeando el ejemplar, de repente me sobresalté: un señor, por llamarlo de alguna manera, profesor de historia contemporánea o algo así, había copiado lo que yo había escrito en mi blog. Había copiado fragmentos enteros de un texto y los había deformado a su conveniencia. Transformó mi humilde memoria poética en memoria partidista y política. Sin mi permiso. Sin cita alguna. Sin cortarse un pelo. ¡Sinvergüenza!

Pregunté a gente que entiende de esto, por suerte en nuestro país siempre encuentras a alguien "que lo había visto venir" o que sabe "qué es lo que te está pasando" o simplemente se lo inventa, y me dijeron que es habitual. Que un porcentaje muy alto de lo que se inserta en los periódicos se extrae por sus autores de la blogosfera. Se inspiran en los blogs, en lo que decimos los demás. ¡Joder!, pues eso será normal pero a mí no me había pasado nunca y me llevé un susto de tres pares de… hasta que caí en la cuenta que el idiota había copiado lo que yo había escrito: por unos instantes pensé que había escrito un artículo en el periódico y no me acordaba…

Ya sé que esto no sirve para nada, ni lo pretendo. Me apetecía contarlo y decirle al idiota, si es que se vuelve a asomar por aquí, lo que le hubiera dicho a mi compañero de pupitre si le pillo en el momento de transcribir mi examen al suyo: ¡Copión, que eres un copión! ¡A que se lo digo al profesor!

La prisión


Busco en la muerte la vida,
salud en la enfermedad,
en la prisión libertad,
en lo cerrado salida
y en el traidor lealtad.
Pero mi suerte, de quien
jamás espero algún bien,
con el cielo ha estatuido,
que, pues lo imposible pido,
lo posible aún no me den.
Miguel de Cervantes

--

Nunca lloré por ella. Nunca la presté mucha atención. Nunca pensé en ella como el báculo de mi vejez. Tampoco nunca imaginé lo que vendría después. Viví la vida en presente, sin tiempo para el futuro. Creí que iba a estar bien: pensar en el mañana era cosa de otros, de los que pasaban hambre, de la gente normal y corriente, no de los elegidos. Yo me sentía distinto, controlaba todo a cada momento y nunca pensé que llegaría a viejo y acabaría mis días en una prisión. Ahora, en la soledad, en mi maldita soledad, la extraño como a nadie. Sólo mi madre, a la que no correspondí con suficiente fuerza durante su vida, hizo aflorar en mí sentimientos parecidos.
-

Y estoy pagando la osadía. Algunas noches me despierto sobresaltado y con la cara mojada. Creo que lloro en sueños. O en pesadillas porque no sé lo que son. El desasosiego que siento no tiene comparación con nada. Mi desventura parece ser el precio que tengo que pagar por mi necedad. Entonces sí estoy en una cárcel, pero dentro de mi cuerpo. Siento como mi alma, a pesar de no haber creído ni en ella ni en Dios nunca, me aprieta y me ahoga. Juan duerme a pierna suelta, él no tiene remordimientos, ni recuerdos, ni otra vida como yo. Algo en su cerebro le permite ser feliz con lo que tiene. ¿Podría borrar mis recuerdos? ¿Acaso el hombre está condenado a vivir con su memoria eternamente?
-
Ahora creo que tú lo que buscabas era la felicidad, pero equivocaste el lugar donde encontrarla. No existe la felicidad. Existen los momentos felices y, desgraciadamente, son muy pocos a lo largo de una vida. Por lo menos a lo largo de una vida como la mía. Y tú, cariño mío, buscabas lo que no existe y así no se encuentra nada. Si hubieras dedicado tu vida a otro… Si hubieras puesto todo el empeño en algo que fuera, cuando menos, humano… Si no me hubieran herido… Si me hubieran matado cuando me correspondía… Tendría que haber intuido cuánto amabas, cuánto querías. Lo tendría que haber intuido para cambiar también mi destino. ¿Se puede cambiar el destino? Pero estuve ciego, toda mi vida. Ahora, desde esta cárcel en que se está convirtiendo mi propio cuerpo, veo que te amé, siempre.
--
De "Cuarenta". Próximamente en sus quioscos, que según la RAE es un "pabellón pequeño para vender periódicos, refrescos, etcétera". Creo que "Cuarenta" entra en el apartado de "etcétera". Digo yo.

LIBERIA


Liberia, capital Monrovia. Eso es todo lo que yo sabía de ese trozo de África. Hasta hoy. De un tiempo a esta parte mi cabeza no para de preguntarme: ¿Qué hay en Liberia? ¿Por qué se va alguien allí a pasar un mes de su vida? ¿Por qué deja mujer e hijos y se atreve a ir a uno de los lugares más pobres del mundo? ¿Acaso no le satisface su vida occidental? ¿Qué es lo que busca? ¿Cuál es su compromiso?
-
Hablé con el Señor Gugel para que me explicara. Y atento y preparado, como siempre, me sacó de alguna de mis dudas. Me dijo que Liberia significa libertad y que el país fue fundado para que vivieran allí esclavos estadounidenses de raza negra que la acababan de recobrar. Que su capital debe su nombre al Presidente norteamericano Monroe. Que ha habido guerras, muchas y crueles como ninguna, a machetazos, entre hermanos hasta hace muy poco. Que sacaron de sus hogares, si los tenían, a cientos de miles de personas y devastaron su economía, si es que la tenían también. Que un antiguo futbolista del Milan, que no Milán, se presentó a Presidente del país y quedó segundo. La primera fue una mujer llamada Ellen Johnson-Sirleaf. ¿Una mujer gobernando un país africano? No es la primera, pero no es usual (que una mujer gobierne un país es un síntoma claro de desarrollo). Que el hierro y caucho eran y son su principal fuente de ingresos. Y que según el Índice de Desarrollo Humano (I.D.H.) que utilizan los organismos internacionales como parámetro de síntesis del nivel de vida, no está entre los veinte países más pobres del mundo o, lo que puede ser lo mismo, que hay veinte países más pobres que ellos. No es un consuelo, porque se calcula que un 80% de los liberianos sobrevive con menos de un dólar al día y la tasa de mortalidad infantil es la quinta más alta del mundo, teniendo también una de las mayores, que no para de crecer, de VIH (sida) del planeta. Osea, que son extremadamente pobres. Extremadamente. Pobres y enfermos. ¿Y esa es la tierra de la libertad?
-
Y un amigo se va allí. Dice que va arreglar un generador eléctrico, instalar unas placas solares y preparar una red de ordenadores,… pero yo creo que eso es sólo una excusa para ver la pobreza de cerca; una excusa para sentir otros sentimientos; una excusa para comprobar si lo que hace aquí es verdad; una excusa para tener otra experiencia que "justifique" su vida durante un tiempo; una excusa para ser mejor; una excusa, en definitiva, para sentirse de nuevo útil; una excusa, ya lo estoy imaginando, para entrar en el país cantando un desconsolado espiritual en la tierra de los esclavos libres, un canto simple, improvisado, desesperado, un canto de esperanza en la tierra del dolor:
-
Oh, Libertad
Oh Libertad
¡Libertad sobre mí!
Y antes he sido un esclavo.
Me enterrarán en mi sepulcro
e iré a casa a mi señor y seré libre.
No más llantos
No más llantos
¡No más llantos sobre mí!
Y antes…
Allí cantaré…
Allí gritaré…
Allí rogaré…
Oh, Freedom
Oh, freedom
Oh freedom over me.

La ausencia

Habré de levantar la vasta vida
que aún ahora es tu espejo:
cada mañana habré de reconstruirla.
Desde que te alejaste,
cuántos lugares se han tornado vanos
y sin sentido, iguales
a luces en el día.
Tardes que fueron nicho de tu imagen,
músicas en que siempre me aguardabas,
palabras de aquel tiempo,
yo tendré que quebrarlas con mis manos.
¿En qué hondonada esconderé mi alma
para que no vea tu ausencia
que como un sol terrible, sin ocaso,
brilla definitiva y despiadada?
Tu ausencia me rodea
como la cuerda a la garganta,
el mar al que se hunde.

Jorge Luis Borges.




Quiero ser capaz algún día de esconder las cicatrices que me dejó tu ausencia. Las tengo por todo el cuerpo y lo peor es que hay ocasiones en que casi no logro tapar las de los brazos. Esas quedan a la vista de los demás que me preguntan sin rubor e insensatamente por las marcas del dolor, recordándome a todas horas quién soy, recordándome a cada minuto quién fui… Las heridas fueron muy profundas. Tú lo sabes. Tú y yo lo sabemos. A ver si soy capaz de sorprenderte, doquiera que estés, y llego hasta el lugar en el que me da igual lo que digan. Ahora tengo todo a mi favor. Por la mañana, el sol, su bendita luz me ayuda a sentirme vivo y mi mirada… mi mirada ya es distinta, limpia y clara. Desaparecen mis fantasmas y los tuyos, que también los tienes, durante un rato. No hay momento del día en el que no piense en ti: en tu dulzura, en la manera de quererme, en la forma de escuchar, en tu belleza sin parangón. No hay día en el que no te eche de menos.

Piornal y septiembre

















En la Sierra de Tormantos el verano no consiguió borrar el verde.








No pudo con la lozanía de su paisaje primaveral.








A 1.200 metros de altitud, o más, la mirada es diferente: Es plácida, descansada, eterna…







Generoso el septiembre de los pies de las estribaciones de Gredos.










La mora en el zarzal.
















El higo en la higuera



La uva en la parra…




… y el cítrico engordando para el gélido diciembre.

 
subir