La muerte sigue en los trenes. Y en el aire infectado y nauseabundo que respiro. Hierro fundido en altos hornos de horror, refinado en la mayor bajeza del ser humano, corroído por la envidia y la cicuta, oxidado por la dejadez del mal llamado bienhechor, - dos pícaros galgos me vienen siguiendo, - … hierro que puede atestiguar con fidelidad absoluta lo que escribo, hierro que no entiende de ideales (¡qué contrasentido! Llaman ideal al fanatismo. Ideal tiene que ser otra cosa).
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En Iberia, tierra de conejos fenicia, costa de conejos griega, - Pero no son galgos. Pues, ¿qué son? Podencos – siempre la eterna discusión, la eterna disputa por el “y tú más” que nos ha descrito fielmente durante siglos. El que manda, el que juzga, el que absuelve, el que ordena, el que envía, el que mata, el que castiga, el que nunca perdona, olvidó los trenes, su verdadera esencia, sus hierros de muerte… y olvidó más… olvidó los furgones reventados del Norte… y los sótanos de sangrado y desangrado humo negro… y las vidas arrancadas a los que nunca tuvieron culpa, ni una pequeña culpa, ni la más mínima culpa, - Son galgos, te digo. Digo, que podencos - a los que les cambió la vida sin haberlo pedido, en una milésima de un mínimo segundo, a los que hundieron sin tener barcos, a los que ahora olvidan…
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Por eso yo digo ¡BASTA! ¡Déjenme ya en paz y no me defiendan! ¡No me representen, ni unos ni otros! ¡De mis amigos me guarde Dios, que de mis enemigos…! No sé si son galgos o si son podencos - En esta disputa, llegan los perros y pillan descuidados a mis dos conejos -, más tampoco importa: son perros muy perros, eso sí son perros y no los podencos o los flacos galgos, los que se atribuyen el poder supremo de decidir lo que no importa, de corroborar lo que no interesa, de averiguar si el ombligo sigue ahí, de aseverar razones vacías e interesadamente interesadas a sus fines por los siglos de los siglos.
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Son vidas robadas, las unas y otras, las de ayer, hoy y siempre, iguales en muerte, voladas por el Norte, rematadas por el Sur, desvalijadas por el Este y atacadas por el Oeste (sustituya el lector, si hay alguno, el punto cardinal por el país o países que tenga por conveniente). Son vidas que ya no vivirán - Los que por cuestiones de poco momento dejan lo que importa llévense este ejemplo - por el capricho de un gatillo fácil, por la decisión de un ser que cree ser Dios mientras se transforma en el mismo Lucifer, por una llamada asesina que por respuesta espera un seco y frío “bum”, por un detonador traicionero… Eran vidas por vivir. Eran vidas que ya no vivirán. Eso es lo que importa.
La muerte sigue en los trenes … dicen que por galgos, otros por podencos.
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En Iberia, tierra de conejos fenicia, costa de conejos griega, - Pero no son galgos. Pues, ¿qué son? Podencos – siempre la eterna discusión, la eterna disputa por el “y tú más” que nos ha descrito fielmente durante siglos. El que manda, el que juzga, el que absuelve, el que ordena, el que envía, el que mata, el que castiga, el que nunca perdona, olvidó los trenes, su verdadera esencia, sus hierros de muerte… y olvidó más… olvidó los furgones reventados del Norte… y los sótanos de sangrado y desangrado humo negro… y las vidas arrancadas a los que nunca tuvieron culpa, ni una pequeña culpa, ni la más mínima culpa, - Son galgos, te digo. Digo, que podencos - a los que les cambió la vida sin haberlo pedido, en una milésima de un mínimo segundo, a los que hundieron sin tener barcos, a los que ahora olvidan…
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Por eso yo digo ¡BASTA! ¡Déjenme ya en paz y no me defiendan! ¡No me representen, ni unos ni otros! ¡De mis amigos me guarde Dios, que de mis enemigos…! No sé si son galgos o si son podencos - En esta disputa, llegan los perros y pillan descuidados a mis dos conejos -, más tampoco importa: son perros muy perros, eso sí son perros y no los podencos o los flacos galgos, los que se atribuyen el poder supremo de decidir lo que no importa, de corroborar lo que no interesa, de averiguar si el ombligo sigue ahí, de aseverar razones vacías e interesadamente interesadas a sus fines por los siglos de los siglos.
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Son vidas robadas, las unas y otras, las de ayer, hoy y siempre, iguales en muerte, voladas por el Norte, rematadas por el Sur, desvalijadas por el Este y atacadas por el Oeste (sustituya el lector, si hay alguno, el punto cardinal por el país o países que tenga por conveniente). Son vidas que ya no vivirán - Los que por cuestiones de poco momento dejan lo que importa llévense este ejemplo - por el capricho de un gatillo fácil, por la decisión de un ser que cree ser Dios mientras se transforma en el mismo Lucifer, por una llamada asesina que por respuesta espera un seco y frío “bum”, por un detonador traicionero… Eran vidas por vivir. Eran vidas que ya no vivirán. Eso es lo que importa.
La muerte sigue en los trenes … dicen que por galgos, otros por podencos.
2 comentarios:
Señor Alelo me puede traducir los jeroglíficos, más que nada es porque hace mucho que dejé de hacer los pasatiempos de P.Ocon de Oro y como podrá observar mi inteligencia no da para más. Todavía no he encontrado un Diccionario de Egipcio/español, Español/Egipcio.
Buenas tardes
No hay ningún jeroglífico, Señor Ocón. Cómprese un ordenador más moderno y podrá ver los dibujinos.
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