El pasaporte





El Señor Presidente del Gobierno dijo ayer en el Debate sobre el Estado de la Nación que el futuro empezaba hoy. Y yo digo que como el futuro sea "hacer cola" en los Ministerios desde las siete de la mañana, prefiero el pasado.


En el lugar en el que vivo, desde el 1 de julio renovar el “deneí” o el pasaporte se ha convertido en una odisea. Durante todo el año el horario de atención al público va desde las 9 de la mañana hasta las cinco de la tarde, sin interrupciones. Pues bien, los responsables del Ministerio de Asuntos Exteriores, así me lo ha manifestado la amable señorita que por fin me atendió, han decidido que cuando la mayor parte de turistas, que son aquellas personas que se van de vacaciones de vez en cuando, decide renovar sus documentos oficiales y obligatorios para estar identificados el horario se reduce hasta las dos, además de reducir también el número de funcionarios que atienden al personal, que en este caso también iba a ser yo.


Para organizar el previsible caos, a las ocho y media de la mañana se entregan por riguroso orden de llegada unos números como los que se entregan en los supermercados en la sección de la carne, el pescado o los fiambres. Está mañana llegué a las siete en punto y aunque parezca mentira no era el primero. Me iba a corresponder el número cinco porque había cuatro personas esperando su número para renovar el pasaporte desde las seis y yo a esa hora no salgo de casa , lo tengo prohibido expresamente, porque es de noche y todavía no están las calles puestas.


Llegó la hora y mi sorpresa fue morrocotuda cuando el policía me entregó el número catorce. ¿Cómo? ¿Catorce?… pero si sólo hay cuatro delante de mí… ¡A mí me da el cinco que es el número que me corresponde y que me he ganado en la espera! El policía, acostumbrado a torear en plazas peores, me dijo tranquilamente: No se preocupe… es que han desaparecido números ayer… pero póngase en la cola que le atenderán en quinto lugar.


Me relajé, me tranquilicé, me suavicé… ¡me “mosqueé” otra vez! De repente, un señor y su esposa pretenden colocarse delante de mí con los números cinco y seis, alegando el caballero que su “cuñao” era policía y les había conseguido esos magníficos números para que no tuvieran que esperar mucho. No se lo permití, le dije que mi “cuñao” era empleado de autopistas y me había enseñado a que no se me colara la gente sin pagar peaje. En esa discusión estábamos cuando el policía que repartía los números a las ocho y media por “riguroso orden de llegada” y que me había dicho que no me preocupara se hizo el enfadado, porque hay que reconocer que lo hacía muy bien, y me amenazó con llamar al Comisario y parar la emisión de pasaportes por todo el día si no dejábamos pasar al “cuñao” de su colega.


¡Qué satisfacción más satisfactoria provocó en mi persona el grito unánime de todos los que tenían derecho! Todos los que habían cogido número en un ordenado y riguroso orden gritaron al unísono: ¡Llámelo! ¡Qué venga el comisario! ¡A ver si se atreve!


No se colaron. No les hicieron el pasaporte. Ni la honrada gente que esperaba su turno ni la vergüenza, que alguna tenían, les permitieron saltarse un solo puesto. Se tuvieron que marchar, seguro que hasta que su “cuñao” al día siguiente les volviera a sacar otros dos buenos números, esta vez más disimulados. Digo yo.


A todo esto… sepan ustedes que la mayoría de las oficinas que expiden el “deneí” cerrarán completamente, supongo que con previo aviso, dos días enteros del mes de julio, allá por el veintitantos, para empezar a usar una máquina nueva de expedición de “deneís” - máquina que no ha podido ser instalada en los diez meses del año que no tienen casi trabajo – y para que los funcionarios, los que no estén de vacaciones, aprendan a usarla.


Lo dicho, si el futuro es así… yo me quedo con el pasado.




3 comentarios:

Anónimo dijo...

Pues sí, cualquier tiempo pasado fue mejor, verás: Antiguamente no había números como en la pescadería, el "cuñao" llamaba y casi ni tenías que ir a renovar o pasabas por donde ni te veían los "renovantes".
De todas formas es una mierda de prebenda eso de que te cuelen en el deneí, siempre se lo reproché al "cuñao" que me lo proporcionaba, pasa cada muchos años. Hubiera preferido otros chanchullos más suculentos, esaslaverdá.

José María JURADO dijo...

Lo mejor era cuando no había deneís ni psaportes.

Yo, para ir a USA a revisar mi plantación de Virginia, me fui a Coria del Río, tras varios intentos fallidos en Sevilla, o sea que cualquier pueblo con comisaría y sin muchas agencias de viaje te puede valer.

Pocos erais para lo que se ve en las ciudades grandes.

Y que sepas que la policía cobra muy poco como para que no le dejes fardar con los cuñaos.

El año que viene me pongo en la lista de matriculación de la Academia de Musik.

Anónimo dijo...

señor, y con los 41 cumplidos ¿no se anima usted a seguir con la novelita (o a empezar otra, no sé)?
Pregunto.

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