Tendencias masculinas


Las empresas de cosmética son conocedoras de la tendencia del hombre a cuidarse, cada vez más. Poco a poco, hemos entrado en un mercado que hasta hace dos días era propiedad exclusiva del sexo femenino, utilizando – como si lo hubiéramos hecho toda la vida – exfoliantes (que siempre creí era otra cosa, pero ahora no viene a cuento), limpiadores faciales, cremas hidratantes y otras zarandajas. A mayor abundamiento y para satisfacción de esas grandes empresas, se ha descubierto que el hombre gasta más: ha llegado el último e invierte en su cuerpo de manera mucho más alegre y espléndida – diría, incluso, desesperada -, que las féminas, aunque lo nuestro, generalmente, no tenga arreglo.


Y yo, hasta el día de la fecha no había utilizado ningún producto que arreglara mi desaguisado particular, ni siquiera los “obligatorios” gel y crema o after shave cuando me afeito. Una piel demasiado blanda y una barba excesivamente fuerte han hecho que sólo después de aplicar agua caliente en la zona pueda rasurarme como lo hacían los forajidos en el lejano oeste o far west, que decían en los telefilms (que eran como las películas pero cuando las hacían los americanos): navaja en una mano y espejo en la otra.


Pero hoy no. Hoy soy otro. Acabo de entrar de lleno en el mundo metro-sexual. ¡Temblad! Algunos que me quieren bien – esto no es normal en el siglo en el que nos ha tocado vivir – me regalaron una crema especial para caras sensibles y para tíos que hemos entrado en la cuarentena, añado yo. Para ello y para que se gaste el dinero la gente a la que le pasa lo que a mí, la multinacional ha tenido que mezclar unos cuantos componentes con el agua: esterato de potasio, glicerina, sales potásicas derivadas de aceite de oliva y coco, aceites esenciales naturales, extracto de viola tricolor, aceite de almendra dulce, leche de cabra, jabón a base de aceites vegetales de oliva, de coco, silicato de sodio, sulfato de magnesio, alcohol, aceite de jojoba, glicerina, extracto de aloe vera, manteca de karité, linoleato de glicerilo, extracto de camomila, extracto de mirra, jabón de cera de abeja, arcilla, carragenatos y goma xántica.


¡Casi “ná”!, que dicen en mi pueblo. Y todo ello para que esta mañana la gente de mi entorno laboral me diga de una manera que yo intuyo jovial, por no decir burlesca: Tienes buena cara… te noto raro… ¿te arreglaste por fin lo de la nariz?


¡Será posible?



7 comentarios:

Anónimo dijo...

jeje, Rumbeiro metrosexual... si ya lo decía yo

muuchas gracias por los apuntes históricos de Silvio. Se agradecen.
Un saludo, salao!

Anónimo dijo...

Verás, caro alelo, cuando el tuerto se incorporó a la cuarentena, los que le quieren, que haberlos haylos, y además le conocen, hicieron caso de una oftalmóloga, pelín pija ella, que aducía una laxitud de no sé qué parte de mi faz para justificar la caída de párpados y las bolsas carrefú al sur de mi profunda mirada y me regalaron un botecito con un mejunje de a más de mil duros los 15 ml que iba a solucionar el problema con la aplicación según receta. Hoy, un año después, he pulido los 15 ml con la sensación de portar bolsas coretinglé que son lo mismo que las de antes, pero más grandes y más caras.
Paquelosepas te lo digo.

Anónimo dijo...

Joé, eres toda una caja de sorpresas.

¿Qué será lo siguiente? ¿Viagra tal vez?

Queustélodisfruteconsuscuarentayuno.com

José María JURADO dijo...

Europride 2007.

Ya os vale.

Las cremas: para los granos púberes (aunuqe nada como el estallido manual)

Anónimo dijo...

(aunuqe nada como el estallido manual) ...con impacto de plano en el espejo, añado yo. Una guarrería.

alelo dijo...

¡Cómo me gustaron siempre las tontulias!, que son como las tertulias pero cuando sólo decimos tonterías.

Anónimo dijo...

Pos nada alelo, quita el espejo

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