Entramos en aquel recinto agarrados de la mano. Sabía de su nerviosismo por el sudor de su pequeña extremidad. Aquellas puertas de acero nos transportaron a otro mundo, un mundo desconocido para él y relativamente nuevo para mí, a pesar de las muchas horas de juventud dedicadas a ese lugar.
Su ilusión era tremenda, incontenible. Salas de cristal que protegen del exterior contaminado a un gran número de seres humanos, porque aquello parecían ser seres humanos. Cientos de estantes que guardan celosamente el saber. Máquinas del diablo con grandes pantallas y personas hipnotizadas… Individuos de todas las edades esperando pacientemente su turno… Unos leen un periódico, otros ojean una revista... Algunos mueven los labios y cabecean en lo que parece un ritual sin sentido, religioso quizás. El silencio es total, nadie habla, nadie parece siquiera darse cuenta de nuestra presencia. Un ambiente extraordinario.
Pero él sólo quiere llegar al destino, su destino. Nos obligan a rellenar un impreso y a entregar una copia de nuestro “deneí”. ¡Ya está! Ya somos como ellos, nos han admitido en el grupo. Una pequeña tarjeta da fe de lo que digo.
Subimos a la planta superior donde se suelta de mi mano y corre a comprobar si es verdad que todo aquello es para él, si aquel mundo de sueños que ahora está a su alcance es para él. Primero coge un ejemplar. Luego otro. Luego una extraña caja con lo que parece ser una película infantil. Sale corriendo y pregunta a una señora - debe ser la encargada de aquella planta - si se los puede llevar a casa. La sonrisa recorre su cara de este a oeste cuando le contesta que sí, pero que en unos días tendrá que devolver lo que se ha llevado para que otros puedan dar rienda suelta a sus sueños.
Permanecimos más de dos horas en silencio. Él leyendo. Yo mirándole. Era sábado por la tarde y aquel lugar estaba repleto de niños. Y de padres. Y de abuelos… Con su carnet en una mano y la promesa de volver durante la semana logré por fin arrancarle de la sala infantil de la Biblioteca Pública.
NOTA DEL AUTOR, QUE SOY YO: No sé quién o quiénes son los responsables de aquello y de la apertura sabatina y dominical del lugar, pero si en todas las cosas públicas se pusiera el empeño y el cariño que se ha puesto en la reforma y adaptación de esa Biblioteca creería que los políticos valen para algo, creería en un futuro mejor.
6 comentarios:
Nos hartamos de criticar todo y sobre todo, así que no está mal que de vez en cuando sepamos ver las cosas que se hacen bien.
Nada, nada, si eres del Atlético de Madrid ya tienes bastante, porque esos no es que sean un premio, son un regalo. Imagínate yo que soy del Osasuna, p'os p'a no levantar cabeza. Un abrazo.
Te había escrito un comentario largo, pero, por algún misterio internetero, se ha ido al garete y no puedo recuperarlo. El resumen era éste:
¡Feliz tú, de ir tan bien acompañado!
Y pensar que hay niños que desconocen hasta la palabra Biblioteca...Pero es más fácil comprarles una PSP de esas, una Nintendo o cualquier maquina de esas que sólo son siglas, a molestarse en pasar un rato con sus hijos rodeados de cultura. Sé que una cosa no quita la otra, pero hay gente aún muy cenutria por el mundo.
Enhorabuena.
Ah! y disculpas por el "insulto"... fue sin mala intención ;)
Pos yo tengo una Wii y me lo paso chachi piruli juan pelotilla.
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