El Tejo...


Bordeando la media luna arribas a Puerto Seguro. Fija atento la mirada José. El rey no se fía porque espera y desespera un viejo día de Todos los Santos que colapsará - otra vez, sí - la fatal causalidad de su amante más querida. Has llegado a tu destino. En la tierra que te arrulla no hay lamprea de semejante tamaño que pueda burlar los seculares ojos romanos de Alcántara como tú lo hiciste, ni ocultarse en el siniestro recorrido por el Monte Fragoso de los canchos y riscos donde vigila la rapaz de la carroña que nunca olvida que su alimento son los muertos. Y tú, lejos de desfallecer, recuperas el brío con la limpia ayuda de un desinteresado Zézere, ése que aportó savia nueva a tus intenciones. Ni siquiera aquella torre que llamaron de Belem pudo sacarte un mísero escudo por el viaje sin retorno y ahora, despacio, sigiloso, entras en la ciudad triunfante, a través de un ancho brazo que el hierro del presumido 25 de abril no es capaz de retorcer en su tramo final. Tendrás que escribir la obra más bella para tu amada, tendrás que sentir vaharadas de mar en las fosas nasales y vivir la eternidad en su regazo. Esa es tu condena. Esa es tu alegría. El mar de la Paja es un fin que no termina nunca, que se abre al Océano para ti sin invitaciones para navegar. Confórmate, oh Tejo, con ver bailar cada mañana a la Dama en el Estuario y a escuchar, cual Ulises, el canto rasgado de un fado en la lejanía. Acostúmbrate, oh Tejo, a sentir como espían sin piedad tus acompasados movimientos desde los siete miradores. Alégrate, oh Tejo, por la fortuna que tuviste al morir donde nacen las ilusiones, a los pies de la Señora a la que diste un nombre. Y una vida.

2 comentarios:

Silvia dijo...

Me encanta. Según lo leía, ha comenzado a sonar en mi cabeza una canción que Madredeus dedica a O Tejo.

alelo dijo...

A Silvia .- Pues muchas gracias.

Publicar un comentario

 
subir