Hundió sus manos en la herida como nadie nunca lo hizo. ¿Eres tú?, preguntó.
Sí, soy yo, aquél al que todos seguían por su forma de hablar.
Y ¿qué ha pasado para que ya nada sea igual?, preguntó de nuevo.
Ni yo lo sé, dijo compungido.
Radio Tirana informa: ¡Ha estallado la paz!
En estos días, todo el viento del mundo sopla en tu dirección,
la osa mayor corrige la punta de su cola
y te corona con la estrella que guía: la mía.
Los mares se han torcido con no poco dolor hacia tus costas,
la lluvia dibuja en tu cabeza la sed de millones de árboles,
las flores te maldicen muriendo, celosas.
En estos días no sale el sol, sino tu rostro.
Y en el silencio, sordo del tiempo, gritan tus ojos:
¡Ay!, de estos días terribles.
¡Ay!, de lo indescriptible.
En estos días no hay absolución posible para el hombre,
para el feroz, la fiera que ruge y canta ciega.
Ese animal remoto que devora y devora primaveras.
En estos días no sale el sol, sino tu rostro
y en el silencio, sordo del tiempo, gritan tus ojos
¡Ay!, de estos días terribles
¡Ay!, del nombre que lleven
¡Ay!, de cuantos se marchen
¡Ay!, de cuantos se queden
¡Ay!, de todas las cosas
Que hinchan este segundo
¡Ay!, de estos días terribles
Asesinos del mundo.
Silvio Rodríguez.
La historia. Domingo, 2 de abril de 2006.
Habré de levantar la vasta vida
que aún ahora es tu espejo:
cada mañana habré de reconstruirla.
Desde que te alejaste,
cuántos lugares se han tornado vanos
y sin sentido, iguales
a luces en el día.
Tardes que fueron nicho de tu imagen,
músicas en que siempre me aguardabas,
palabras de aquel tiempo,
yo tendré que quebrarlas con mis manos.
¿En qué hondonada esconderé mi alma
para que no vea tu ausencia
que como un sol terrible, sin ocaso,
brilla definitiva y despiadada?
Tu ausencia me rodea
como la cuerda a la garganta,
el mar al que se hunde.
Jorge Luis Borges.
En la Sierra de Tormantos el verano no consiguió borrar el verde.
No pudo con la lozanía de su paisaje primaveral.
A 1.200 metros de altitud, o más, la mirada es diferente: Es plácida, descansada, eterna…
Generoso el septiembre de los pies de las estribaciones de Gredos.
La mora en el zarzal.
El higo en la higuera
La uva en la parra…
… y el cítrico engordando para el gélido diciembre.